Cuando uno llega desde el extranjero al aeropuerto de Mallorca, como es normal, hay algunos carteles que dan la bienvenida. Pero, a continuación, con el logo del Gobierno central, empieza una sucesión de anuncios sobre el Covid. Por dónde hay que ir, qué documentación hay que presentar. Las paredes del pasillo están llenas de esa información. Prepare su vacuna; póngase en la cola, prepárese para los controles. En el techo penden carteles de Sanidad Exterior con la información pertinente.
Por supuesto, también sigue en el suelo la información sobre la distancia de seguridad que, aunque no está en vigor, tampoco hace daño.
Han pasado ya varios meses, ha empezado la nueva temporada alta, pero ni Aena ni Sanidad Exterior han quitado los carteles. Eso no es desidia, eso es previsión, porque si apareciera otro virus, el aeropuerto ya está preparado.
La imagen que trasmite todo esto, con algunos carteles semi caídos, es de abandono, de descuido. Propio de un lugar carente de gestión, de dirección. Cuando durante meses y meses se mantiene una señalización cuya retirada exige unas pocas horas de trabajo, es que hay una inoperancia grave.
Así se entiende mejor por qué Aena gastó un dineral en tener puertas con dos pasillos al avión, cuando nunca en Mallorca han venido aviones tan grandes que requieran dos pasillos; y que se hayan puesto incontables máquinas lectoras automáticas de pasaportes que funcionaron menos de una temporada, y que las nuevas máquinas actuales no funcionen jamás para los españoles y muy pocas veces para los extranjeros.
Algo deja ver la desidia.
Lo de los cartes abandonados me temo que se puede ver un poco en aeropuertos de todo el mundo, no es algo exclusivo nuestro.