Les puedo asegurar que no he sido capaz de elaborar una noticia a partir de las afirmaciones que se hicieron este martes en la cumbre del Turismo que convocó el Ayuntamiento de Barcelona y la Organización Mundial del Turismo en la Ciudad Condal. Nada que merezca la pena, de verdad. Y les aseguro que he revisado todo lo que se ha publicado y escuché varias de las intervenciones que tuvieron lugar este martes.
Lo más interesante es que la ministra Maroto dijo que en 2022 se recuperará el nivel turístico previo a la pandemia. No es que esto tenga interés desmesurado porque nos sorprenda sino porque se supone que si lo dice Maroto es lo que piensa el Gobierno, lo cual tiene algún interés. Es una buena noticia, pero poco más.
El foro tenía la pomposa intención de repensar el turismo después de la pandemia, pero nadie descubrió nada. Al parecer, los turistas, después de la pandemia, viajarán para ver ciudades, para tener experiencias en gastronomía, clima, playas, cultura, etcétera, que era exactamente lo mismo que ocurría antes del virus. Nos lo temíamos, pero nunca está de más comprobarlo.
Lógicamente, se hicieron afirmaciones de muchos tipos, pero nada que tenga un poco de credibilidad: ¿que los turistas van a cambiar? Bien, pero entre otras cosas esto ocurrirá porque en 2022 todos seremos dos años más viejos. O porque, como consecuencia de ciertos reposicionamientos del mercado, será más barato volar a unos lugares que a otros, sin demasiados secretos.
Francamente, me lo esperaba. Nunca me creí que de la Organización Mundial del Turismo pudiera salir una idea nueva. No podría haber ocurrido porque nadie jamás ha entrado en esta organización con otro interés que no sea conseguir un buen salario para marear, enrollarse y no hacer nada. Es una buena manera de vivir del cuento.
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