Esto del turismo es genial. Vean esto: leo una entrevista al director de un turoperador.
Explica que los destinos como Mallorca o Santorini o Venecia están saturados, o sea desbordados de turistas. Hasta ahí, nadie puede discrepar del análisis que tampoco es que aporte mucho. Como especialista en turismo, considera que la solución no está en cobrar por entrar, como ocurre en Venecia sino en diversificar destinos.
Entonces, dice, el plan de su empresa –en el que ya está trabajando—consiste en desestacionalizar, buscar joyas ocultas y ofrecer “experiencias relacionadas con el bienestar, la sostenibilidad y el turismo de naturaleza”.
A ver: si usted tiene un destino casi sin viajeros y le empieza a enviar grupos y grupos de turistas, lo que hace exactamente es acabar con la joya oculta. Primero deja de ser oculta y puede que con el tiempo puede que también joya. Pero, desde luego, lo que sí hace es convertir al destino en no sostenible, porque es la presencia masiva de turistas la que crea la insostenibilidad.
El tema para el directivo en cuestión es que este es el negocio de los mayoristas y de eso hay que vivir.
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