El riesgo de un titular de prensa

La Enac italiana es como Aviación Civil en España. Como Aviación Civil, depende del Gobierno. En Italia, como en España, los gobiernos tienen bastante poco de técnicos y muchísimo de políticos. Todo es política. O sea, todo es imagen y poco es sustancia.

Esto explica que en Italia, como en España, la actuación de las autoridades de aviación esté mucho más orientada a su reflejo mediático que a resolver problemas concretos. Eso es lo que explica que hace unos pocos días la Enac haya dicho por escrito que si las aerolíneas que operan en su país no cumplen con las exigencias de buen servicio, las podría llegar a cerrar (hacía referencia en concreto a Vueling, Volotea y Ryanair) y hoy, prácticamente sin que nada haya cambiado, todo ha quedado en agua de borrajas. De hecho, Volotea respondía a la Enac diciendo que la carta que recibieron a principios de agosto era casi la misma de cada año.

En realidad, tanto en España como en Italia, los políticos quieren quedar bien ante los ciudadanos. Cada vez que hay una incidencia en un aeropuerto, quieren que los ciudadanos vean que sus gobernantes se movilizan por ellos, que piensan en ellos. Por eso hacen como que están preocupados, que les angustian las cancelaciones o los retrasos. Pero cuando se enfrentan a una aerolínea que básicamente tiene un plan de vuelos razonable y a la que se le han encadenado una serie de fallos, ¿qué hacer? ¿Dónde está el político capaz de dar una orden de cierre de una compañía aérea?

Así que todo queda en eso: hacer como que están preocupados, pero sin realmente entrar de lleno. No hace tanto, el propio presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se despachaba contra Ryanair. Y tan contento. No hizo nada más, porque no se atrevería. Se limita a hablar.

Como las aerolíneas ya conocen con quiénes se las gastan, van a su aire. En general, más por ellas que por los políticos, procuran no hacer planes de vuelos incumplibles. Pero, por otro lado, pensando en sus cuentas, arriesgan y en muchas ocasiones fuerzan lo imposible. Porque saben, sin duda, que nunca ocurrirá nada. Un titular de prensa, como mucho.