¡Callad ya, payasos!

Cuando hace ya dos años Ryanair introdujo el nuevo modelo de operaciones mediante el cual el viajero apenas tiene derecho a volar con una micromaleta de mano que no debe ir en el compartimento superior de la cabina, un ejército de expertos se abalanzaron sobre la compañía de Dublín. Hoy, prácticamente todas las low-cost hacen lo mismo: si quiere una maleta de mano normal, hay que pagar adicionalmente una reserva de asiento. De lo contrario, a viajar con el neceser.

Yo no quiero defender ni atacar a las aerolíneas, porque es obvio que se trata de una vuelta de tuerca más para mejorar los ingresos. Quiero manifestar mi desprecio a la tropa de augures que entonces encontraron incluso artículos de las leyes que les daban la razón y que hacían inviable la propuesta de la irlandesa. Tan inviable que no sólo no la ha tenido que rectificar sino que ha sido imitada por todas.

Esta novedad, la de la micromaleta, está en proceso de implantación. Pero los más mayores recordamos cómo en su momento, cuando Easyjet y Ryanair introdujeron el pago adicional por llevar una maleta en bodega, los mismos augures, que entonces deberían de ser más jóvenes, decían que aquello iba a ser el hundimiento de las low-cost porque al final el viajero sabía que el precio era el mismo. Hoy, todas las aerolíneas, todas, hacen lo mismo. Cuando las low-cost introdujeron el servicio a bordo con coste, los mismos dijeron que esto era una tontería inservible, pero hoy hasta Lufthansa te cobra por un vaso de agua.
Yo les pediría que se callen de una vez, que no digan más payasadas, que se informen de que en una economía de mercado el proveedor cobra lo que quiere por lo que quiere y los clientes viajamos en la aerolínea que queremos. 

Que la fracasada sea la aerolínea número uno en Europa debería hacerles reflexionar.