Córcega se apresta a vivir un conflicto complejo. Y si no es Córcega, será algún funcionario estatal que deberá firmar una barbaridad (La llegada de Volotea provoca una crisis política en Córcega).
La cuestión es la siguiente: Córcega es propietaria de una aerolínea, Air Corsica. La región es dueña de más del 60 por ciento y Air France de algo más del diez. Ya se imaginan cómo funciona: tranquilidad, calma, fiabilidad y costes descontrolados. O no tanto. Porque se financia mediante un contrato con el gobierno.
Cada cuatro años, el gobierno convoca un contrato para la prestación de los servicios aéreos a ciertos precios y con ciertas frecuencias. Siempre lo ha ganado Air Corsica. En realidad, estos contratos son nuevos, porque antes se le encargaba el servicio y listo. Pero la Unión Europea quiere algo de trasparencia.
Ahora mismo se ha convocado el concurso por los vuelos que han de empezar el 1 de enero. Por supuesto, se presentó Air Corsica, que está acostumbrada a esto. Pero este año ha habido una sorpresa: Volotea también se presentó. Ya había ganado algún concurso importante en Cerdeña (Italia), de manera que se atrevió.
El problema es cómo se le adjudica a Air Corsica. Porque la francesa pide 95 millones de euros de subvención por dar los servicios mientras que Volotea pide 50 millones.
Y ahí se ha armado. Los sindicatos han empezado a mover cielo y tierra. Porque ¿qué va a hacer Air Corsica, una aerolínea no competitiva, si le quitan su privilegio? Todos los días hay manifestaciones en Córcega en favor de Air Corsica (no me refiero a manifestaciones con pancartas en las calles, sino a declaraciones, escritos, protestas, acuerdos municipales, etcétera), anunciando que Volotea será un desastre.
Los corsos, por supuesto, prefieren Air Corsica. Porque la factura no va a ellos sino a París. Por lo tanto, qué más da que un sobreprecio de un 90 por ciento más.
La batalla es bonita. Yo pienso que va a ganar Air Corsica, por supuesto, pero será interesante ver cómo el funcionario público que tenga que hacer la adjudicación se las ingenia para darle el premio. En Italia, en una ocasión, se acudió a cuestiones de forma: que si una firma, que si el tipo de letra, que si el plazo, etcétera. Porque explicar una diferencia de 50 a 95 millones no es fácil.
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