Uno no puede tener la superficie de un aeropuerto en el que muy rara vez llueve torrencialmente preparado para una inundación. No es lógico. Por eso no nos debemos sorprender en exceso de que las lluvias del pasado martes en el aeropuerto de Palma de Mallorca hayan tardado en desaguar. En dos horas las pistas y sobre todo los aparcamientos estaban ya operando (Impresionantes imágenes del aeropuerto de Palma tras la brutal tormenta).
Para mí, eso es en cierto modo bastante normal.
Lo que no me parece aceptable, con la escasísima antigüedad que tiene la terminal, y con los precios exorbitantes que cobran por el alquiler a los comercios, que en el interior del edificio diluviara de forma brutal. Si no han visto las imágenes les recomiendo que las busque: simplemente, llovía mucho más dentro del aeropuerto que fuera de él.
Que caigan algunas goteras, bueno; pero que haya ríos de agua es una demostración lamentable de un problema o de acabados o de diseño. Espectacular. Ya habíamos tenido indicios de ello, pero esta vez se pudo comprobar como pocas veces antes.
Lamentable. Porque nada de lo que se hizo en Son Sant Joan fue barato. Pero, por lo visto, sí fue malo.
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