Toda compañía, también las que fabrican aviones, tienen contratiempos. Lo que ocurre es estos se van sucediendo en el tiempo, a lo largo de los años, de forma que no llegan a constituir una categoría destructiva.
Pero estos últimos años, todo lo que le podía pasar a Boeing le está pasando. O más exactamente, todas las desgracias que le podían ocurrir, le están ocurriendo. A saber: se le cayeron dos aviones por su exclusiva responsabilidad, provocando la muerte de todos los ocupantes. Para Boeing, menos mal que ese fue el inicio del camino actual, porque de haber sido al final, habría sucumbido (Aparece muerto el ‘chivato’ de Boeing antes de declarar).
Y desde entonces, no gana para sustos. Le sale de dentro uno o varios chivatos, resentidos, dispuestos a atacar a su empresa de todas las maneras posibles; tiene que parar la producción del 787, bajo incontables acusaciones; un avión pierde la portezuela de emergencia; paran la producción, y ya en estos días, aparece muerto el ‘chivato’ que tenía que comparecer ante los jueces y, lo último, el pequeño desastre del 787 de Latam, que provocó un susto absolutamente tremendo a los pasajeros (Intervienen las cajas negras del Boeing de Latam desplomado).
Todo en cadena, todo a la vez, lleva a plantear una pregunta: ¿Están los fundamentos de este fabricante de aviones absolutamente podridos o ha tenido la terrible mala suerte de que las desgracias se han encadenado, con tal mala fortuna que su imagen va a quedar tocada por muchos años?
Yo pienso que es mala suerte. No me puedo creer que el fabricante de los mejores aviones del mundo haya hecho las cosas tan mal como sugiere esta cadena de desastres. A ver qué dice el tiempo, que no será mucho, porque personalmente no creo que esto se pueda aguantar por mucho tiempo más.
Boeing ha dilapidado en los últimos 30 años su posición como mejor y mayor fabricante del mundo, a base de olvidarse de ser el mejor en ingeniería y fabricación, y pasar a buscar los mejores dividendos para sus altos ejecutivos e inversores. Ahora están en una posición de debilidad financiera, productiva y de capacidad de desarrollo de nuevos aviones. Veremos si se recuperan o van camino de desaparecer como McDonnell-Douglas.