Alemana, pero estupidez al fin y al cabo

Efectivamente, está circulando con bastante intensidad en Alemania la interpretación de que el turismo y España tienen alguna relación con sus contagios por coronavirus. La Deustche Welle, que es la cadena de televisión y radio estatal, que emite muy restringidamente para fuera del país, decía en una noticia que la razón de todo esto es que el turismo en España está masificado, dando a entender que en este país los unos vamos a caballo de los otros, sin mantener el espacio mínimo que nos permita evitar el aliento de los demás.

Cuando falla el sentido común, es difícil razonar. Porque esta afirmación es una solemne estupidez. Y no lo digo desde la perspectiva de que un español debe defender a su país, sino desde la visión de que una bobada es una bobada en todos los casos. También en boca de un alemán.

Veamos: las colas en el Louvre, las aglomeraciones en las calles peatonales de Heilderberg; las concentraciones de gente en el monumento en recuerdo del holocausto judío en Berlín, las calles de Taormina, el centro de Praga, las escaleras de la Torre Eiffel, las paradas de los vaporettos en Venecia, el museo de casas tradicionales de la Selva Negra, la plaza principal de Lindau, la calle delantera del reloj carrousel de Viena al mediodía, o la plaza principal de la reconstruida Varsovia, por poner unos cuantos ejemplos, estaban todos los días, todos los años, desde hace décadas, saturadas de gente. En ninguno de estos lugares se podía caminar tranquilamente. Y nadie dice que París, Alemania, Italia o Viena sean o hayan sido lugares peligrosos para la salud.

Por puro sentido común, ya hace unos ocho meses que no hay concentraciones humanas motivadas por el turismo en España, desgraciadamente para nuestra economía. Ni en Alemania, ni en Chequia.

Las razones por las que el virus se expande misteriosamente son otras y no las aglomeraciones. Baste ver que Tokio, conocida por ser uno de los lugares más parecidos a un enjambre, tiene pocos casos de contagio, pese a todo. Y que, en cambio, Irlanda, Argentina, Chequia y hasta Montpellier están desbordadas, sin que sean lugares propicios para las concentraciones y menos de turistas.

Esta semana, dos pueblos insignificantes de Navarra, Cadreita y Carcastillo, fueron confinados porque su número de contagios es estratosférico. ¿Es que algún día hubo allí un turista?

Que exista una correlación entre turismo y contagios es tan irrelevante como que también se pueda demostrar que hay contagios allí donde hay coches. Aquí hay que demostrar la causalidad, asunto en el que estamos todos, los alemanes también, en paños menores.