Así controlamos el coronavirus

Estoy de vacaciones en Mallorca, porque dentro de España aún podemos viajar y uno tiene la suegra por estos lugares. Este miércoles pasé en coche dos veces por un pequeño pueblo que no está en la costa. Tiene unos tres mil habitantes y, como todos, dispone de una pequeña zona comercial con bares, restaurantes, algunos bancos, y un puñado de tiendas. Pasé sobre las once de la mañana en un sentido y regresé a media tarde. Tanto a la ida como a la vuelta no vi nada digno de mención: gente yendo y viniendo, algunos sacando dinero de los cajeros, algunos mal aparcados, niños jugando al balón en una calle poco transitada, una gasolinera con algunos coches, etcétera. Nada que merezca un comentario.

Este jueves, por la mañana, en la portada de un periódico local de Mallorca se dice que ese pueblo tuvo el día antes 54 casos de coronavirus y que se ha comenzado a hacer un seguimiento cuidadoso de la situación.

Yo no sé qué es un seguimiento de la situación y menos uno cuidadoso. Quizás en Baleares dispongan de una tecnología tan puntera que utilizan el chip de los carnets de identidad para seguir el coronavirus; tal vez un dron con rayos megavioláceos tiene identificado al virus y lo va siguiendo sin despegarse de él. Sin embargo, mi impresión del día antes es bastante lamentable: no vi ni un guardia municipal; nadie advertía a nadie de extremar las medidas de cuidado; los bares y comercios estaban abiertos; los niños, como digo, jugaban al balón.

Yo no soy quien debe enseñar a nadie, y menos a los expertos que dirigen este país, qué se debe hacer cuando en un pueblo así de pequeño aparecen 54 casos de coronavirus. Pero yo, tal vez ingenuo, tal vez estúpido, tal vez mal informado, me imaginaba que ante algo así se advierte a la población, se cierran los comercios, se aísla el lugar, se indica a los viajeros de paso que no se paren.

Pero ya ven, debo ser yo que quizás no entiendo de esto.