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EDICIÓN ESPAÑA

Ciudades abiertas

La consejera de Turismo de la Comunidad Valencianaha llegado a la sabia conclusión de la importancia de invertir en la atracción de cruceros. No es la única voz la de Lola Johnson que se alza para intentar potenciar esta modalidad, en laque alguna que otra comunidad tiene puestas sus esperanzas de desestacionalización. Otra vez la vieja y nunca aceptada palabra por parte dela Real Academia.

 

El turismo, los flujos, los intereses y las preferencias de los turistas siempre han ido muy por delante de las previsiones de los políticos, incluso ligeramente un punto más adelantado que algunos empresarios. El  aumento de cruceros está sorprendiendo a todos en los últimos cinco años y esas voces que alzan para su promoción conviene escucharlas con mucho interés.

 

Aquí se ha escrito alguna vez que mientras el mercado turístico emisor nacional se debilita por las circunstancias, aumenta considerablemente el número de españoles que contratan un crucero. Y en el turismo internacional, especialmente en el europeo, también hay demanda creciente de esta modalidad de viaje. Es el crucero el segmento que aumenta exponencialmente en Europa y en el todo el mundo por esos elementos que le hacen singular en su oferta: comodidad, diversidad de destino sin cambiar de habitación de hotel, seguridad, comunicación garantizada por una tripulación políglota, multiplicidad de alicientes de diversión, aventura, ocio, juego, compras, contactos nuevos… y todo con un precio relativamente bajo, equiparable a cualquier viaje vacacional de similar categoría, que cuenta con el aliciente del todo incluido, salvo extras.

 

Pero la ciudades y comunidades de base o de atraque saben perfectamente, o deberían saberlo, que el turista de crucero no se limita a disfrutar de las comodidades y prestaciones a bordo y de la navegación, que está comprobado que en un alto porcentaje, el crucerista hace excursiones, visita la ciudad de escala y sus alrededores, desea conocer y hacer compras. Las navieras y operadoras quieren estaciones marítimas cómodas y funcionales, transporte colectivo a pie de escalerilla, museos y monumentos abiertos y comercio disponible cualquier día de la semana. El turismo no entiende de horarios laborales.

 

Y la mejor promoción, el atractivo de una escala, es que las infraestructuras y los servicios sean dignos y que la ciudad ofrezca mínimos de lugares abiertos para la cultura, el ocio o las compras. O sea, que hay que facilitar los deseos del crucerista, que suele dejar mucho dinero en la zona de escala.

 

Y ese es el reto de políticos y empresarios.


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