El Gobierno de Baleares ha decretado el fin de las borracheras protagonizadas por los turistas extranjeros. Es lo que nuestros gobiernos hacen maravillosamente: escribir un papel, firmarlo y publicarlo en un boletín oficial. Incluso también se les da bien convocar una rueda de prensa para anunciar su valiente decisión. Pero, atención, ahí se acaba todo, porque sigue abierta la pregunta de cómo van a poner en marcha tamaña tontería, si es que son capaces de algo.
A ver: ¿van a prohibir los bares en Baleares? ¿Les impedirán que vendan alcohol? ¿Si uno tiene aspecto de inglés y hoolingan no va a poder tomarse un vaso de vino? Cierto es que un vaso de vino no les basta para nada, pero ya me entienden. ¿Quién controlará que no beban en los hoteles? ¿Cómo impedirán que los supermercados vendan alcohol a un mayor de edad?
Hace unos años, cuando apareció el famoso vídeo del ‘mamading’, que ya se imaginan de qué iba, filmado en un conocido local de Magalluf, se supo que los inspectores del gobierno no habían aparecido por ese bar en la vida, pese a las denuncias.
Desde hace años, los juzgados imputan, investigan y se lían fantásticamente con batallones de policías –en un momento dado hubo tres municipios con altos cargos de su policía local procesados-- que dedican todo su tiempo a proteger y amparar a los ‘zares’ del negocio de la noche, ustedes ya se imaginan por qué.
Miren: es tan incompetente nuestro sistema político, que por lo visto desde hace ya años las niñas –niñas, menores de edad-- cuya patria potestad está en manos públicas son sometidas a prostitución y sufren violaciones frecuentes. O sea, ni siquiera los chicos a su cargo están controlados.
¿Estos son los que van a controlar a los ingleses borrachos?
Permitan que me ría.
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