Es una cuestión muy sencilla, pero bastante obvia: la crisis catalana, las noticias en la prensa, los avisos de varios gobiernos, el temor de los turistas, las porras de los policías, la sucesión de manifestaciones, todo está contribuyendo a la caída de la demanda para Barcelona. Lo admiten los hoteleros de todo color y pelaje, lo reconocen los agentes de viajes, lo declaran las empresas de cruceros. Muchas publicaciones especializadas entrevistan hoteleros y agentes de viajes y, con diferentes intensidades, todos admiten que las cosas no van como estaban yendo, aunque es verdad que todos confían en que si se estabiliza la situación, el turismo volverá.
Admitir esta realidad no es nada especialmente meritorio. Simplemente es lo evidente, es lo que cualquier persona que conozca un poco del mundo del turismo hubiera podido esperar. Pero incluso más, es lo que dicen los datos. Lo señala gente tan poco proclive a armar follón como el coordinador de los hoteles de Melià en la zona, Alfonso del Poyo; o como la Mesa del Turismo. Lo obvio. Como que el sol sale por el este. Como que hoy es martes.
Nada que no se pueda constatar, aunque probablemente si pueda haber diferencias entre lo que notan unos y lo que notan los otros. Sin embargo, la prensa ha consultado también al director general de Turismo de la Generalitat de Cataluña, Octavi Bono, no para acusarlo de lo que sucede, sino para saber si la institución que dirige ha detectado este tipo de situaciones. La respuesta es que a él no le consta que haya habido cambios en la demanda, que las cosas siguen igual de normal que hasta ahora y que no hay datos para afirmar lo contrario.
En fin, Bono tiene derecho a ponerse en la tesitura que quiera, pero aquí nadie le está preguntando por sus opiniones sino por los datos, por las evidencias, por lo que no se puede discutir. Mal empezamos si no nos ponemos de acuerdo en algo tan simple como si ha bajado o no la demanda en esta primera semana de octubre.
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