ERE en agencias

Todo el mundo sabe que es imposible que el parque de agencias de viajes en España siga como hasta hoy. La oferta es bastante mayor que la demanda. Los grandes ajustes aún no se han producido porque los principales actores están a la espera de qué va a ocurrir con su competencia. Pero esos ajusten llegarán. Inevitablemente. Y quien sea el primero en acometerlos llevará ventaja a sus rivales.

Hace falta un recorte de oficinas, especialmente para las grandes redes que tienen una sucursal prácticamente enfrente de la otra. Pero este sector siempre se ha caracterizado por su miedo a hacer ajustes, y a hacerlos públicos. Lo interpretan como transmitir un gesto de debilidad al mercado. Cuando lo cierto es que también se manda un mensaje de que hay fuerzas para seguir adelante y sobrevivir.

Ninguna gran red podrá librarse de recortes. Y no pasa nada por ello. Es lo normal teniendo en cuenta cómo está el mercado, y cómo parece que va a estar en 2013, que a día de hoy pinta hasta peor que este terrible verano. Hace falta realismo. Hay una crisis de consumo paralela a otra crisis de modelo, con la pujanza de las online. Hacen falta nuevos conceptos. Y no me refiero a cambiar los rótulos, sino a empezar a cobrar por presupuesto, por ejemplo. En definitiva, buscar nuevas fuentes de ingresos.

Nuevas fuentes de ingresos unido a un recorte de costes. Y las agencias solo pueden hacerlo mediante cerrar oficinas o reducir las horas de trabajo. Cuanto antes se pongan a ello, mayor será el colchón que se tenga para afrontar los meses difíciles que hay por delante. Bastantes de las independientes ya están con ‘economía de guerra’, sin más personal que los propios empresarios. Está claro que es una lástima, pero se trata de elegir entre malo y peor.

Fiarlo todo a desapariciones puede demorar decisiones indefinidamente, de forma que cuando se reparta el botín a lo mejor ya se ha perdido mucho por el camino de la espera. Y el trozo de tarta que se lleve cada uno quizás sea más pequeño que lo que ha costado mantener varios meses unos costes sobredimensionados. Y, quién sabe, siempre puede haber imprevistos, y que surjan eventuales y sorpresivos rescates.