Cada día, un país diferente anuncia cuánto se ha contraído la economía durante el mes de marzo, de abril o de mayo. En los peores casos, hablamos de una caída de un 20 por ciento. Es decir que cualquiera de esos meses, estos países han producido un 20 por ciento menos que en el mismo mes del año pasado.
A partir de esa cifra indiscutible, los periodistas cuestionan cómo vamos a recuperar ese fuerte recorte de nuestra riqueza, ese retroceso muy significativo. Y los expertos, dependiendo de su estado de humor, hablan de más o menos dificultades en la vuelta a la normalidad.
Yo creo que, en general, los análisis que se hacen sobre este tema son incorrectos. No podemos decir que la economía que nos encontramos hoy está un 20 por ciento peor que hace cuatro meses, siendo verdad que estadísticamente el dato es correcto. ¿Cuál es la diferencia?
Cojamos el ejemplo de España. España es hoy un 20 o hasta puede que un 25 por ciento menos productiva que hace un año. Sin embargo, hay una diferencia radical entre la situación actual, en la que sí disponemos de la maquinaria, de los hábitos de consumo, del personal, de la infraestructura, de las redes de distribución y hasta de la costumbre de consumir un 20 por ciento más, que, por ejemplo, querer crecer ese 20 o 25 ciento para ser capaces de alcanzar a Francia en su nivel de vida.
Lo que nos ha pasado, estos tres meses, es más bien comparable a lo que ocurre con la economía un domingo. Si tuviera sentido, podríamos estudiar cuándo produce España un domingo determinado. O un festivo. Y encontraríamos que se produce una caída muy notable respecto del último día laborable. Sin embargo, el lunes se recupera la normalidad porque todo estaba preparado para operar con una velocidad propia de un día laborable.
España, y todos los países afectados por la epidemia, padecerán una contracción, pero será tremendamente menor que la que nos pensamos. Ciertamente, no recuperaremos la absoluta normalidad, pero ni por asomo vamos a sufrir una contracción económica de dos dígitos, como sugieren los agoreros.
Sí que la crisis nos dejará sobre la mesa una factura tremenda: miles de millones de euros de deuda adicional, resultado de los costes financiados principalmente por el estado para mantener al país operativo, para no permitir que las empresas caigan. Y todas las empresas tendrán un serio recorte en sus resultados económicos, que acusarán en las cuentas de 2020. Pero, probablemente en 2022 ya no quede otro recuerdo de esta crisis que la factura en deuda pública. Aunque, pensándolo bien, ya tenemos tanta que no sabremos diferenciar si la hemos creado por el plan E de Zapatero, por el rescate de la banca de Rajoy o por el coronavirus.
Otro artículo sin firmar. Pero si realmente el autor cree que a partir del lunes todo vuelve a la normalidad esta muy equivocado. La gente no tiene dinero, los turistas no tienen la confianza plena para moverse, la empresas a la mínima despedirán a mucha gente... etc
Que parte de Opinion: "Por Fernando Urea" no vio usted?. El articulo es absolutamente perfecto en cuanto a su mensaje. Esta crisis no es coyuntural sino puntual.
Bueno, esto queda escrito, veremos a final de año si no se produce esa caída de 2 dígitos... me temo que yo estoy entre los agoreros que mencionas... a fin de cuentas, como se suele decir, un pesimista es un optimista bien informado...
Al final del artículo habla del rescate a la Banca y estoy harto de este mantra de la izquierda, rescate de LAS CAJAS DE AHORRO ARRUINADAS POR LOS POLITICOS. Que yo sepa no se rescató ni Banco de Santander, ni Bankinter, ni Popular........donde los políticos(casi) no tienen poderes.