Que no se nos vaya de las manos

Ciertas conductas de parte de los turistas que nos visitan, fundamentalmente quienes tienen más inclinación por el alcohol y las drogas, ofrecen un espectáculo auténticamente lamentable y repudiable. Las escenas que año tras año se repiten en muchas zonas turísticas de nuestras costas son completamente degradantes, inaceptables y bochornosas. Nunca España debió de dejar que las cosas llegaran a ese punto.

Pero nuestro turismo se ha visto siempre como una fuente de ingresos y, en buena medida, ha existido la idea de que más vale dejarlos hacer. Por eso, muchos de estos comportamientos que sí tienen lugar en España, son impensables en los países de origen, lo cual convierte aún en más inaceptable la situación. Algunos lugares concretos de nuestro país se han vendido implícitamente como si fueran territorio sin ley, sin que nadie abordara esta imagen intolerable.

La inoperancia de la autoridad, en parte también porque en España ni siquiera los borrachos llegan a estos niveles de degradación, ha propiciado una imagen negativa de parte del turismo del que muchos, con razón, se preguntan si vale la pena. ¿Pagando se tiene derecho a todo?, se pregunta mucha gente.

Se trata de razonamientos y preocupaciones legítimas y razonables que se ven superadas y desbordadas por quienes, tomándose la justicia por su cuenta, se han lanzado a cuestionar la presencia de extranjeros en nuestras costas, a invitarlos a que se lancen desde los balcones de sus hoteles, etcétera. La turismofobia no debe ser la respuesta a las conductas impropias de nuestros visitantes, sino simplemente la ley, que sí existe y debería cumplirse.

Si inaceptables son los compartamientos de muchos turistas, igualmente rechazables son las agresiones que se les lanza con este tipo de mensajes. La razón es simple: no todos se comportan igual y, en buena medida, lo que hemos hecho en muchas zonas turísticas es de nuestra responsabilidad, aunque los turistas se hayan aprovechado de ello.
Estas situaciones, tanto las conductas de los turistas como las agresiones verbales contra ellos, deben ser atajadas ahora que no tienen importancia cuantitativa, no sea cosa que un día hayamos de lamentar que esto se nos haya ido de las manos.