Hidalgo suma puntos con el Gobierno

A pocos se les escapa que la entrada de Abel Matutes en el accionariado de Globalia supone para el grupo turístico de la familia Hidalgo un espaldarazo a la hora de mejorar sus relaciones con el actual Gobierno, con el que hasta el momento no existía la complicidad a la que se llegó con el del PSOE.

Como es de sobra sabido, el hotelero ibicenco fue durante cuatro años ministro de Asuntos Exteriores en la primera legislatura de Aznar, y guarda un contacto cercano con algunos de los miembros más insignes del Ejecutivo, además de ser tenido en cuenta por el mero hecho de disponer de un lobby.

Las buenas relaciones con los políticos, a nadie se le olvida, han ayudado a cimentar negocios turísticos en España, habiendo ejemplos clarividentes de ello en Cataluña y, cómo no, también a nivel estatal, pues del presupuesto público históricamente ha podido sacarse una caudalosa fuente de ingresos para determinadas empresas del Sector.

Pero el favor de los políticos también se torna relevante en decisiones puntuales de gran calado, en forma de ordenamiento aeroportuario o de permisos urbanísticos, por poner dos ejemplos reveladores en esta materia, aún obviando otras cuestiones como las de la seguridad y los frutos de colaborar en su favor.

En el caso de Globalia, puede decirse que el actual Gobierno, pese a tener una relación más fría en comparación con el precedente, se ha portado bien con ellos, pues según el propio Hidalgo hasta cuatro ministros y el propio Rajoy le dieron sus bendiciones al arriesgado abordaje de Orizonia.

Sin embargo, la carrera es larga y no está exenta de dificultades, y el activo que significa la presencia de Matutes en el capital de Globalia no solo será de apoyo intelectual y financiero, sino que también contará con una parte de sumar puntos con el Ejecutivo.