Hoteleros impresentables

Han detenido a un hotelero por corrupción policial en Mallorca. Un hotelero del que los medios, incluido éste, se han limitado a publicar sus iniciales. ¿Qué hubiera sucedido si el detenido hubiese sido Matutes o Hidalgo: habrían aparecido en los diarios en vez de sus nombres sus primeras letras, esto es A.M. y J.J.H.? Pero este no es el motivo principal de este artículo. Lo que quiero destacar es que casos como el de este detenido (Miquel Pascual, ¿por qué no decir su nombre?) no es el único en el mundo del turismo. Hay otros hoteleros, pocos pero los hay, que son igual de ganapanes que este presunto corrupto. En la misma Mallorca sin ir más lejos. Empresarios que dañan a sus colegas, a la imagen del colectivo. Porque la mayoría, con sus aciertos y sus virtudes, mantienen una línea correcta y han contribuido a crear riqueza mal que les pese a los radicales. Y el deber de los periodistas es denunciar sus comportamientos, sus actitudes. Sean de Mallorca o de Canarias o, sin ir más lejos, como los alicantinos que purgaron sus penas en la cárcel. Los hoteleros impresentables, e igualmente los empresarios y profesionales turísticos que emplean malas artes, deben ser denunciados por los medios. El sector nos va a dar alguna sorpresa más pronto que tarde con algunos hoteleros de la calaña del dueño de GPS o de Pabisa. ¿Qué por dónde van los tiros? Por uno bipolar que se ha aprovechado de la situación de crisis para crecer alocadamente; por un émulo de los métodos sicilianos que no respeta las más elementales normas legales y por un truhán que intenta imitar de mala manera al empresario que más sale en los medios y al que no le gana ni en listeza ni en gracia. Y sobre todos ellos deberán informar cumplidamente los medios. Esa es su misión.