Recientemente, el vicepresidente ejecutivo de Meliá, Gabriel Escarrer, aseguraba que cumplir con todos los requisitos legales en sus hoteles supone 19 euros por habitación y día, dificultando de esa manera la capacidad de competencia de los hoteles frente a las plataformas digitales cuyos alojamientos tienen costes normativos muy inferiores. Propone una mayor regulación que permita competir en igualdad de condiciones. Todos debemos estar de acuerdo, pero antes de aumentar la regulación de los alojamientos no hoteleros podríamos empezar por disminuir la de los hoteles. Basta con ojear las normativas para la calificación por estrellas para ver lo alejadas que están de las exigencias del mercado. Entre los requerimientos para obtener cinco estrellas figura la necesidad de contar en las habitaciones con un baño completo. Me comentan mis amigos hoteleros que no llega al diez por ciento el número de los clientes que se bañan, por lo que debería bastar que un diez por ciento de las habitaciones contasen con bañera. Podrían anunciar, como antaño, habitaciones con baño.
La anchura de los pasillos o los metros cuadrados de cada habitación son otras normas innecesarias cuando lo que la clientela busca es comodidad y buen servicio. El aumento de la regulación de los alojamientos no hoteleros se enfrenta además a la oposición, a la mayor parte de las medidas, de la Comisión Nacional de Mercado y de la Competencia que cree que suponen limitaciones a la competencia y en consecuencia recurre judicialmente las normas de varias comunidades autónomas. Los hoteleros no mencionan la fiscalidad de la plataformas, mientras que la CNMC señala repetidamente que las comunidades autónomas tienen libre la vía fiscal para mejorar la libre competencia.
Las plataformas digitales dedicadas al alquiler de alojamientos pagan muy pocos impuestos en España, al llevar a cabo la mayor parte de su facturación desde países con inferior fiscalidad. Airbnb, por ejemplo, solo pagó 55.000 euros en 2015 por impuesto de sociedades por promoción y marketing, mientras que la facturación a los clientes se realiza desde Irlanda.
Los ministros de Hacienda de los cuatro grandes países europeos reunidos en Tallin recomiendan una tasa sobre la facturación en cada país, que de poder imponerse ayudaría también a la igualdad de oportunidades al tiempo que incrementaría los ingresos fiscales.
Dicha tasa podría dedicarse al manteniendo y mejora de los destinos turísticos disminuyendo la necesidad de acudir a los fondos estatales para la mejora de aquellos que están saturados y son maduros desde hace años, pero hasta ahora el Gobierno y la mayor parte de las autonomías han preferido que la financiación se haga a través de impuestos, que pagamos todos, que de tasas que pagan los usuarios.
Me duele profundamente que los hoteleros se vean amenazados (esto es que no tengan fácil seguir haciéndose más y más ricos) por que miles de ciudadanos de a pie tengan una leve oportunidades de sacar rendimiento a la que posiblemente será la única misera inversión de peso que harán a lo largo de su vida (su vivienda), y de la que también se nutrirá un parte importante de personas empleadas para su explotación (y no a 2€ por habitación como las camareras de piso).
19€ en normativa no suponen nada cuando están ofertando un chalet de 250m2 con piscina y 3 dormitorios a mitad de coste de una sola habitación de hotel 5*. Parece que el low cost y los salarios competitivos solo son para los mortales, Escarrer con un patrimonio 1920.000.000 USD, según Forbes tiene miedo a perder la egemonia de tan suculento negocio.
Y si, genial que exijan a las plataformas una tributación justa, pero de los miles de propietarios que están ahora tributando por sus viviendas no se habla, gente de a pie que genera ingresos y paga impuestos así como aumenta su gasto y consumo generando más economía. Que nos explique el Sr Escarrer cómo funcionan sus sicav.