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EDICIÓN ESPAÑA

Teruel, mucho ruido, poca gente

Toda la provincia está marcada por la falta de población. Teruel, con 35.000 habitantes, es la capital de provincia menos poblada de España y la provincia, con 9 habitantes por kilómetro cuadrado es, después de Soria, la de menor densidad de todo el país. Tiene además pocos habitantes entre 15 y 29 años y muchos con más de 65. El futuro no pinta bien. Forma parte de esa España vacía del interior que se amplía año a año. La mayor parte de sus localidades, incluida la capital, se encuentran a cerca de mil metros de altitud siempre cerca de los Montes Universales, en la vertiente occidental, con un clima relativamente extremo de fríos inviernos y calurosos veranos pero, en general, con un amplio cielo azul.

 

Su situación, fuera de las grandes rutas que atraviesan la península, con unas vías de comunicación antiguas, la dejaba también apartada de los flujos turísticos. El movimiento ciudadano “Teruel existe” se destacó por exigir más inversiones en carreteras y ferrocarril. Al menos ya hay una autovía, la A 23, llamada Mudéjar, que une Valencia con Zaragoza atravesando Teruel y coloca a la mayor parte de la provincia a menos de dos horas de esos grandes centros de población. En tres horas se llega desde Madrid. En conjunto un mercado potencial turístico muy importante. La autovía pasa por el aeródromo de Teruel, el mayor aparcamiento europeo de aviones, no abierto al tráfico comercial y en el que pueden operar aeronaves para vuelos suborbitales. El clima seco ha terminado siendo un activo.

 

Efectivamente, Teruel existe y tiene suficiente interés para realizar una visita de al menos un fin de semana. Los monumentos mudéjares, Patrimonio Universal de la Unesco, constituyen un conjunto único que no puede verse en ningún otro lugar. Las Torres del Salvador, San Martín y San Pedro y la torre el Cimborrio y la techumbre de madera de la Catedral son obras mayores de ese arte a veces considerado modesto, pero siempre vistoso.

 

Es curioso el conjunto de edificios modernistas, la mayor parte construidos por el arquitecto Pau Monguio y Segura –11 de los 17 existentes. Aunque carecen del exhibicionismo de los de Barcelona –la burguesía local no era la catalana–, ponen una nota de alegría en el centro de la ciudad y en la más concurrida de sus plazas, la del Torico, entre otras cosas por un brillante trabajo del hierro en fachadas y balcones, obra de los artesanos locales.

 

Menos interés tiene el mausoleo de los Amantes en la Iglesia de San Pedro con las estatuas yacentes, obra de Juan de Avalos, muy visitado por el turismo de cercanía. La leyenda de Diego e Isabel –él muere porque ella no le da un beso, tras haberse casado con otro, y ella al dárselo posteriormente– data los hechos en 1217 y, a pesar de haber sido recogida en la literatura española, no ha prendido fuera de nuestras fronteras. Nos ha faltado un Shakespeare. Lo que sí se ha popularizado es el festejo, en el mes de febrero, de La Boda de Isabel de Segura, en el que los turolenses se visten con trajes medievales para una representación popular. Junto con la Semana Santa y la Fiesta de la Vaquilla en julio, constituye un conjunto de fiestas de alto nivel.

 

En las afueras “Territorio Dinópolis” es el parque paleontológico más grande de Europa, pero no suficientemente publicitado, dado el tirón potencial de los dinosaurios. En el oeste, Albarracín es un destino en sí mismo.

 

La segunda población es Alcañiz, capital de la Tierra Baja y centro de la Ruta del Tambor, de la que forman parte nueve pueblos, entre ellos Calanda, que celebran la Semana Santa con un ruido supremo. Tanto el inicio, “la ruptura de la Hora” como “el cese de la hora” generan un sinfín de emociones. Es una tradición que no tiene más de medio siglo y que se ha convertido en conocida gracias al lugareño Luis Buñuel.

 

Lindando con Castellón aparece el famoso Maestrazgo, el viejo reducto carlista, con pueblos medievales bien conservados como Mirabel y los dos que se cambian los nombres: Rubielos de Mora y Mora de Rubielos. En la zona, en la comarca de Gudar–Javalanche se encuentra Sarrión, la capital mundial de la trufa negra. El noventa por ciento de su producción se exporta a Francia que la revende como trufa del Perigord. Es un cultivo que se inició en los años 90 y que está dando lugar a una truficultura que podría tener una gran utilidad turística.

 

El ternasco o cordero y el Jamón de Teruel siguen siendo los dos productos más señalados de la cocina local.

 

Con tal variedad de recursos turísticos Teruel tiene la posibilidad de convertirse en un destino mucho más frecuentado de lo que lo es hoy en día.


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    3 Comments
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    Solución
    7 años

    Con solo habilitar la ruta hacia Europa a través de Somport se beneficiaría a esta zona y se evitarían presiones por quienes no quieren ser españoles.
    Pongamos infraestructuras donde mas falta hacen.

    occuppyOakland
    7 años

    el articulista se debe pensar que ver reliquias de religion o como torturan a un animal es fiesta de alto nivel para el turismo internacional.

    aguloGuancheGOmera
    7 años

    lo que te gastas en peajes y gasolina y hotel por ver la nada, tienes unas buenas vacaciones con Ryanair o Norwegian en LAX,SFO,TFS....gasteiz-Bilbo,Hamburg,Munich...etc

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