“Esperamos traer este año hasta un20 por ciento más de turistas españoles”. El consejero del área clama en Fitur ante la prensa especializada que 2015 va a ser un año inolvidable. El responsable de la oficina de promoción turística explica a la emisora de radio a la que le ha pagado el viaje a Madrid que “nuestra estrategia está demostrándose eficaz para llegar a los potenciales viajeros”. La periodista, emocionada, lo ratifica porque no en vano este año va a ser el mejor, por lo que, obviamente, tanto el consejero como el alto funcionario están de enhorabuena. La periodista, efusiva, los felicita. Ellos corrigen: “No, este es el resultado del trabajo de todo el equipo que ha dedicado muchos esfuerzos a lograr esta meta”. ¡Oh, qué humildad en un momento como este!
Fitur, desde luego, es la feria de las vanidades. Y este año, como nunca, porque todos tienen grandes números que presentar, porque el ambiente es más optimista; a todos las estrategias les han ido bien, incluso aunque no tengan estrategia, o que esta no sea digna de tal nombre.
En cambio, cuando la economía estrangulaba a las familias y no viajaba más que los supervivientes, el mensaje era diferente: “la crisis mundial está afectando profundamente el mercado”. Entonces no había estrategias fallidas ni políticas erróneas, entonces era la coyuntura, ajena por supuesto. Las fuerzas del mercado impiden la brillantez del consejero. ¡Qué desgracia, con lo que vale este hombre!
Supongamos que cerramos todas las oficinas de promoción turísticas de las autonomías y los ayuntamientos. ¿Cuánto crecería el mercado turístico español? Pues exactamente lo mismo. Aquel 20 por ciento podría ser un 18 o un22, pero también podríamos ponernos una medalla. Al igual que los costosos aparatos propagandísticos de las autonomías fueron inútiles cuando la crisis arreció.
Amén
A todos los que se ponen medallas se les podría callar la boca comparándoles con D. Manuel Fraga, insigne Ministro franquista de Información y Turismo, aquel que parió lo que es nuestra primera industria, salvando de la bancarrota al Estado Español. Con él también hubo incrementos del 20% en número de visitantes y eso que promocionarse turísticamente por aquellas épocas era poner una pica en Flandes
¿Me pregunto si a los "consejeros del área" les gustaría tal comparación? Seguro que no, porque en sus mentes obtusas no podrán separar el grano de la paja (lo cortés no quita lo valiente)