Pocas veces un político ha podido demostrar tanta torpeza como el conseller de Turismo de Baleares, Biel Barceló. Acaba de presentar un proyecto de ley regulador de los apartamentos turísticos que es simplemente un mecanismo diabólico para hundirse políticamente. Por un lado, porque lo deja fatal con los ecologistas, que son uno de los apoyos fundamentales del partido, porque da la impresión de que permite el alquiler a diestro y siniestro; en segundo lugar, porque cobardemente cede la decisión de dónde puede haber alquileres a los ayuntamientos y consejos insulares, con lo que permite que otros limiten lo que él en principio autoriza; en tercer lugar, porque los propietarios de apartamentos de alquiler se encuentran con que van a tener que pasar por mil controles burocráticos y, en último lugar, porque siempre queda la Ley de Arrendamientos Urbanos como escapatoria para todo lo que están haciendo, lo que puede terminar por demostrar que es un desgaste inservible.
Pocas veces se ha podido hacer algo peor. Es una lección de cómo arruinarse políticamente sin necesidad de ayuda externa. El proyecto de ley ni es anti apartamentos turísticos, con lo que los ecologistas se ponen de los nervios; ni es pro, con lo que los propietarios de apartamentos se enfadan. Pero sobre todo, huyendo de las responsabilidades, genera tres problemas impresionantes: primero, porque traspasa a los ayuntamientos la decisión de dónde permitir y dónde prohibir el alquiler; segundo, porque son las comunidades de vecinos las que han de decidir si en cada edificio podrá o no haber alquileres turísticos, generando un conflicto interno nunca antes visto y, finalmente, porque confía en la inspección de la consejería, que se ha demostrado siempre incapaz de controlar nada, porque tiene pocos funcionarios y porque no tienen ganas de trabajar, como toca en todo buen funcionario.
El lío no ha hecho más que empezar, pero quedan unos años por delante para ver en qué enredo se está metiendo.
Pues discrepamos en la lectura de la situación. Para empezar parece que la ley es bastante restrictiva. Creo que de las 200 mil plazas turísticas no reguladas que hay ahora, se pueden plantear estas medidas con esta dureza, ya que aspiran a que sólo haya 40 mil reguladas. Por eso se pueden permitir establecer ese nivel de burocracia.
Al ceder al ayuntamiento las zonas sobre las que puede o no se puede realizar el alquiler vacacional, el conseller se quita así la responsabilidad de encima frente a los ecologistas. Al ceder a la comunidad de vecinos, hace lo mismo frente a los propietarios.
Sobre que hay pocos funcionarios y tienen pocas ganas de trabajar... Básicamente ahora atacaran a las webs de alquiler vacacional, exigiéndoles que sólo alquilen viviendas reguladas. Lo que simplifica bastante el problema de perseguir el fraude.
A mí el señor Barceló ni me va ni me viene, la verdad, pero resulta un poco melodramático su artículo.
Espero que la regulación entre en vigor cuanto antes, porque lo que no tiene nombre es al precio que se han puesto los alquileres no vacacionales. Eso sí que afecta a la sociedad balear. Cuánta gente vive de alquiler? el alquiler turístico ha empujado un 20 o un 30% el pecio del alquiler normal... eso es una salvajada.