Cuando la Justicia se aburre

No tenemos remedio. Somos el país en el que los violadores, asesinos y terroristas salen a la calle sin haber cumplido las penas, donde los bancos engañan y roban los ahorros a los ancianitos y, al mismo tiempo, nuestra Justicia tiene tiempo de perseguir a todos los gobiernos chinos o de declarar ilegal el almanaque que vende Ryanair en sus aviones, con sus azafatas mostrando palmito.

Me refiero, por si se les ha pasado, a una sentencia completamente absurda de una juez de Málaga, que declara “ilícito y desleal” el calendario de la línea aérea irlandesa, porque las azafatas salen en bikini. La jueza considera que la campaña no encaja en el artículo 3a de la Ley General de la Publicidad, porque existe “una absoluta desconexión” entre la imagen que se utiliza (la de las azafatas) y el producto que se promociona.

No tenemos remedio. Nuestro ridículo carece de límites. ¿Cómo podemos hablar del uso de la mujer como objeto comercial, cuando nuestros 'realities' son una bazofia infecta que inunda nuestras televisiones? ¿Cómo podemos en un mundo post-moderno como el actual, hablar de vínculos entre lo que se muestra en la pantalla y el producto que se vende? ¿Pero es que nunca nadie ha visto a Beckham vendiendo colonias? ¿O es que la colonia se mira y no se huele?

¿Nos ponemos todos a ver anuncios que son un engaño? Ni siquiera hay que acudir a la propaganda política, donde no hay una verdad salvo por error tipográfico, para encontrar anuncios que sean rigurosos. Pero si viendo la publicidad hasta el agua adelgaza, las hamburguesas nos embellecen y los todo terrenos nos rejuvenecen. Sin salirnos de Ryanair, ¿no es un engaño que le llamen Frankfurt a un lugar que está a decenas de kilómetros de esta ciudad, o Barcelona a Gerona, o Bruselas a Charleroi?
Lo dicho: sin remedio.