De compras con nuestros impuestos

El Consejo de Ministros del 26 de septiembre aprobó que una empresa pública compre la mayoría del capital de un aeropuerto británico por casi 600 millones de euros. Es decir: dinero procedente de nuestros impuestos se destinará a la compra de una participación en la titularidad de un aeropuerto de Londres, el de Luton, que opera en un régimen de competencia con otras terminales aéreas del país. No se preocupen que, pese a esta decisión, en la siguiente campaña publicitaria de Hacienda en la televisión seguirán saliendo escuelas y enfermos para explicar el destino de nuestros impuestos y no aparecerá un multimillonario londinense aparcando su avioneta privada en un magnífico aeropuerto que hemos pagado los españoles para el disfrute de ellos.

¿Puede tener alguna justificación que nos cobren impuestos para hacer una operación de esta naturaleza? ¿Tiene sentido que los españoles ahora compremos aeropuertos en el mundo, cuando debemos unos 12 mil millones de los nuestros?

La pregunta aún admite algunos matices adicionales: acabamos de pagar este dinero por una participación mayoritaria en Luton, pero un poco antes de venderlo todo. Me explico: el Gobierno aprueba esta compra en nombre de Aena, pero al mismo tiempo está en marcha la venta de toda Aena, Luton incluido. Y observen: pagamos 600 millones por esta participación y al mismo tiempo pensamos vender Luton y los 60 aeropuertos españoles por unos 2.500 millones (la mitad del capital).

¿Aplicará Aena los principios legales españoles en el Reino Unido? Si aquí, cada contrato debe pasar por un concurso público, ¿hará lo mismo allí? ¿O es que lo hacemos aquí porque nos obligamos legalmente, pero allí podremos colocar a quien deseemos? ¿Seguirá Aena negociando las tarifas de Luton de acuerdo al mercado o, por el contrario, aplicará las fórmulas rígidas y encorsetadas de España, donde o lo tomas o lo dejas? Las paradojas que hacen ridícula nuestra política interna aeroportuaria española emergen fácilmente.

A favor del Gobierno hay que decir que esta compra no podía aplazarse y que tiene sentido que pretendamos convertir Aena en un gran operador aeroportuario. Pero ¿de verdad queremos hacer de Aena un operador serio? Mi respuesta no es positiva. Aena seguirá en manos públicas (con unos accionistas minoritarios en una posición muy extraña). Eso significa que la lógica de la empresa pública es la lógica electoral. Un político es valorado por ganar elecciones, no por ofrecer beneficios en las empresas. Y eso es radicalmente incompatible con crear un operador aéreo de mercado. Por algo la ministra de Fomento aún promete reformas y ampliaciones aeroportuarias (Vigo, sin ir más lejos), atenta al rendimiento electoral. Nada que no sea conocido.

Pero hoy, sin embargo, la cuestión es que hemos metido 600 millones de euros de todos en comprarles a los ingleses un aeropuerto. Increíble.