Francia ha pedido a la Comisión Europea que cree un impuesto sobre la aviación para que Europa reduzca su dependencia de este medio de transporte muy contaminante. El presidente de Lufthansa pide una moratoria en la aviación porque se está creciendo demasiado. Todos los candidatos a presidente de la Comisión Europea apoyan la petición francesa. Holanda ha aprobado un impuesto que se aplicaría si y sólo si la Unión Europea no hace nada. Y, encima, los verdes se han convertido en el movimiento que más ha aumentado su presencia en la Eurocámara. Por lo tanto, ya podemos hacernos a la idea.
Sin embargo, detrás de todo esto hay bastante cinismo. Vean:
Macron, que ahora quiere poner impuestos a los aviones, había anunciado una subida de los gasóleos, pero ha reculado porque, aunque también son contaminantes, afectan a los agricultores y camioneros franceses.
Holanda ha aprobado un impuesto que afecta a todos los pasajeros que despegan desde Holanda, pero no a los que han llegado desde otros países, cambian de avión y vuelven a volar. Estos últimos son el eje del negocio de KLM y Holanda es muy ecológica, pero si no corre peligro su primera aerolínea.
La oposición francesa exige a Macron que prohíba los vuelos en avión en los trayectos en los que hay tren de alta velocidad, pero el gobierno no quier hablar de esto. El ministro de Medio Ambiente dice que él es ecologista pero que eso no se puede hacer porque prácticamente supondría acabar con la aviación dentro de Francia. Quiso decir, en realidad, que eso supondría acabar con Air France, porque los trayectos de la compañía semipública son los que más se solapan con el TGV (el Ave francés).
O sea que todos son megaecológicos si y sólo si no les afecta muy seriamente.
Pero, desde luego, la cosa pinta que la aviación ultrabarata tiene los meses contados.
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