Este domingo escribí un artículo sobre el completo disparate de la gestión ferroviaria en este país. Un ciudadano anónimo me contestó aportando una serie de datos que probablemente sean ciertos y que corregían mi artículo: afirma que no es verdad que Renfe pierda 80 millones por los viajeros, sino 50 y que 80 es cuando se cuentan otras ramas de la empresa; que Renfe sí paga la infraestructura, porque aporta 500 millones al año en este concepto, etcétera.
El comentarista anónimo tiene razón, pero creo que hace referencia a cuestiones verdaderas absolutamente irrelevantes. Es como si al cuestionar el robo a mano armada de un banco, afirmando que es una absoluta ilegalidad, se pusiera sobre la mesa que no es cierto, que el coche usado por el ladrón fue aparcado reglamentariamente y con el tiquet correspondiente de la ORA. Obviamente, el conjunto de las inversiones demenciales en el AVE no tienen ni perdón ni atenuante.
Pero yo no quería extenderme en esta parte del asunto sino en una afirmación absolutamente delirante y muy española que hace el comentarista: el AVE a Galicia será un éxito social y económico, aunque esto no se podrá saber hasta que se abra. Hombre, no. La verdad es que no. En primer lugar, es demencial que dilapidemos esta barbaridad de dinero para algo que 'ya se verá' si funciona. Y, segundo, un AVE a Galicia tiene todas las garantías de fracaso que se puedan pedir. ¿Es que, de pronto, porque tienen AVE, los gallegos van a empezar a viajar como descosidos? ¿Por qué, entonces, American Airlines no pone un vuelo a la hora entre Santiago y Nueva York? Por supuesto que existe algo que se llama estudio de caso, que es contemplar con los datos existentes la viabilidad de una inversión. Este AVE (tampoco los otros, pero en este caso más aún) no tiene forma de poderse justificar.
No quisiera hacer creer a nadie que nuestros gobiernos toman decisiones a ciegas. No es exactamente así. Será un fracaso económico, pero los gobiernos no se equivocan porque no es el éxito económico lo que buscan. Ellos valoran que estas inversiones son muy rentables en términos electorales. Muchísimos votantes creen efectivamente que tienen el derecho de tener el AVE en la puerta de su casa, y que el político que se lo ponga merece el apoyo electoral. Y lo venga, Dios dirá. Como, sin ir más lejos, hemos hecho con el aeropuerto de Santiago: un mundo del que se usa una mínima parte, pero que permitió a un ministro tener un gran apoyo entre los suyos.
No sabemos cuánta de esa inversión será provechosa para la financiación de los partidos pero también hay datos que, día sí, día también, están apareciendo.
Galicia se merece un ave hacia la meseta que conexione con los ave que siguen a Málaga, Sevilla, Alicante o Valencia, por ejemplo.
Galicia tiene que estar comunicada con un buen ave igual que lo está Cataluña, pues estan en las esquinas norte de España y sus distancias con el sur pueden superarse en tiempo y comodidad, igual que los andaluces
Entonces... si Galicia se merece AVE, digo yo que todas las ciudades de España también, y ya que estamos, en las canarias y baleares también un puente que les lleve a la península...
NO es pensar quien se merece algo o no, es pensar en crear riqueza y no destruirla! Esto es pan para hoy y hambre para mañana.
Lo primero es hacer que en el proyecto, y después en la operación real, se conozcan los costes reales. Lo segundo es poner las tarifas de acuerdo con los costes. Después,tercero,ver si la demanda previsible - y en su momento la real - hace viable ese servicio con esos costes y precios. Cuarto, si por alguna razón hay que subvencionar el tráfico, hágase, pero con luz y taquígrafos y dejando claro quienes lo apoyan en esas condiciones y quienes no. Haciendo estas cuentas con rigurosidad - no parece haber sido así en el caso de las Radiales de Madrid - los proyectos de inversión y el funcionamiento se ven de otra forma.
Avido a navegantes : Evaluar inversiones en infraestructuras sigue siendo una tarea de extremada dificultad, por eso decisiones de ese tipo tendrán que seguir conteniendo una alta proporción de "política".
El problema es que ese contenido político sea antidemocrático, ordenancista, poco participativo, con soluciones no equitativas, a favor de prestamistas y constructores oportunistas o con acceso facilitado, empresas públicas no competitivas, etc.
El Ave a Galicia lo quieren los madrileños, para hacer su hub ferroviario o como se llame, a los gallegos, a mi por lo menos, me resbala bastante. Madrid poco puede ofrecer ya.