Barceló, la cadena hotelera mallorquina, acaba de dar un golpe trascendental para su futuro: la adquisición de una participación estratégica central en el accionariado de la cadena Occidental. Aunque no llega a tener la mayoría, esta posición y el deseo de los anteriores propietarios de desvincularse de la cadena, le convierte en el virtual gestor de los once hoteles de esta empresa, con más de 4000 habitaciones.
Occidental hubiera encajado perfectamente en Melià, Iberostar o Barceló, porque es una cadena convencional turístico-vacacional, integrada por hoteles modernos y competitivos. En cualquiera de estas organizaciones, especializadas en este producto, la entrada de estos once hoteles hubiera supuesto una inyección de potencia espectacular. Pero, finalmente, ha sido Barceló la que ha entrado en este accionariado.
Para Barceló, de entre la oferta de Occidental, sólo el destino Aruba es nuevo. Pero, en cambio, todos los demás son viejos conocidos, desde Dominicana a México o Costa Rica. Ser destinos conocidos no es incrementar la oferta sino optimizarla.
Pero Occidental aporta más: aporta un equipo competente que ha mantenido la cadena a flote pese a las enormes dificultades de la propiedad; aporta clientes, porque la cadena está operando y con buena imagen en su conjunto, y también soluciona algunas, pocas carencias de Barceló.
El matrimonio, largamente perseguido por la cadena mallorquina, supone un fortalecimiento clave a una cadena que ha navegado con éxito la crisis y que tiene hoy los recursos como para prepararse para los años buenos que, esperemos, acompañen al turismo.
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