Una de las razones por las que este país va como va es el oportunismo de muchos de sus actores políticos y sociales: son defensores de un determinado modelo social, político o económico cuando les beneficia, pero apenas ese mismo modelo les perjudica, entonces defienden lo contrario. Son como Marx (Groucho): “Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”.
Esto es lo que acaba de ocurrir con los empresarios hoteleros de Baleares y Canarias. Ellos, en consonancia con lo que parece lógico, han defendido siempre la gestión privada de aquellos servicios en los que no sea necesaria la intervención pública. Pero cuando llegamos a los aeropuertos, privados en muchísimos países, entonces cambian y defienden un modelo público en el que ellos tengan voz y, quizás, mano.
Definitivamente esto es oportunismo barato. ¿Qué saben los hoteleros de manejar aeropuertos? Ya sabemos que sí, que saben más que los políticos, pero de ahí a que, según vayan las cosas, se adapten a toda aventura donde haya recursos, va un trecho.
De la misma manera que ellos con bastante lógica se oponen a que el Estado gestione hoteles, con las pérdidas para nosotros, es intolerable que ahora nos pidan que el poder público gestione los aeropuertos. Eso equivale a que las pérdidas frecuentes que estos generan, en buena medida como consecuencia de una gestión nefasta, caigan sobre los ciudadanos. ¿Y saben al final en qué consiste esto? Pues en que los ciudadanos que no viajan tengan que pagar una parte de los costes aeroportuarios para financiar la actividad de quienes sí viajan, de quienes sí tienen poder adquisitivo. Ya pagan la subvención de residentes, que cae indiscriminada sobre todos los ciudadanos y ahora los hoteleros pretenden que sigamos financiando los aeropuertos.
España tiene empresarios líderes en la gestión de estas instalaciones. De hecho, el aeropuerto con más actividad de toda Europa está en las manos privadas de una filial de Ferrovial que ha demostrado una capacidad de gestión importante. Lo mismo sucede con varios otros operadores, expertos en estas actividades. ¿No sería mejor que se concurse a ver quién ofrece al Estado las mejores condiciones por gestionar una infraestructura de este tipo, con un marco de exigencias determinado previamente?
No, nuestros empresarios son defensores de la empresa privada… cuando gana dinero, y de la pública cuando les interesa que no gane, que tenga pérdidas y que las paguen los ciudadanos. Nada nuevo bajo el sol, como bien sabemos.
Es del todo injusto hablar en estos terminos.
1.- Los aeropuertos canarios en su total ganan dinero que entre otras cosas sirven para cubrir el pufo de barajas.
2. Para nosotros los canarios son nuestra única puerta de entrada y totalmente estratégicos. No tenemos otro medio de entrada y por tanto las inversiones multimillonarias en ferroviaria o carreteras como las que ahora no funcionan. Que pasaría con las islas menores? Cerrarían porque pierden los aeropuertos.
3.- El modelo de cogestión funciona bien en los puertos canarios. Ganan dinero y reinvierten.
Señores ultraliberales....... Por favor.....
Totalmente de acuerdo con que los hoteleros son unos oportunistas. Pero completamente en contra de la privatización de los aeropuertos. Las privatización en este país ha sido siempre pan para hoy y hambre para mañana a. Ejemplo claro tabacalera y telefónica que antes de su privatización supuso unos costes irnos en jubilaciones para dejarla "saneada". Para colmo tabacalera ha acabado en manos inglesas igual que iberia.
Jaime, tu también eres un oportunista... pero hombre, ¿Crees que los empresarios somos algo más que personas? NO, nombre no, no te equivoques. Todos somos oportunistas. Y a partir de aquí, tu artículo puede servir para ilustrar a cuatro ignorantes. Sin eso, tu artículo no tiene el menor sentido... Recuerda hombre, recuerda (si, lo has olvidado) todos somos personas. Con nuestras miserias, y tu, también, con las tuyas, y con las que lee lo que estoy escribiendo... Es lo que hay. Y ocurre en todo el mundo. En todo el mundo. Y el que no lo sepa, que siga viviendo en su propio e iluso mundo.