Diversos agentes turísticos confirman que Cataluña empieza a notar una caída notable en el volumen de visitantes. No es sólo que algunas compañías aéreas hayan pedido a sus clientes que no viajen a Barcelona, es que las imágenes mundialmente distribuidas por televisión de los recientes incidentes desaconsejan el viaje y ante eso, nadie más tímido que un turista. Los datos son en estos momentos muy preocupantes.
En realidad, la diferencia en el clima social que hay en Barcelona y Cataluña entre hoy y hace tres o cuatro meses es inexistente. Hoy en Cataluña no existe riesgo alguno para la integridad física de las personas, la violencia callejera no existe y los pocos incidentes están totalmente enmarcados en la acción política a la que los turistas no son ni convocados ni invitados. De forma que, francamente, no existe razón alguna para el temor. Pero eso es una cuestión técnica para los turistas. Ellos dejan de viajar por si acaso.
El turista es así. El turista se construye sus propias imágenes mentales, a partir de lo que se respira en los medios de comunicación. No es verdad que la policía esté por Barcelona pegando a la gente, pero sí es verdad que lo visto por la televisión provoca preocupación y temor, de forma que el turista, que siempre tiene mil alternativas para sus viajes, toma la cauta decisión de dejar Cataluña para una próxima ocasión. Si todos, por las dudas, dejan de viajar a Cataluña, entonces tenemos un problema. Y lo tenemos.
El empresario turístico, en cambio, no tiene alternativas. Tiene que soportar el efecto de tanta manifestación, de tanta actuación ilegal, de la tensión general, que provoca un retroceso en el tursimo. El mercado más dañado es el español que, aunque no es decisivo, es de los más importantes que tiene la Ciudad Condal.
¿Se puede recuperar este turismo? Mientras la situación siga así, no. Pero tan pronto como Cataluña desaparezca de los titulares, volverá. Y volverá como siempre, indiferente a si Cataluña es o no es un país independiente. Otras actividades podrán sufrir, pero el turismo se mantendrá más o menos como siempre. Y eso equivale a decir, próspero.
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