Este domingo hubo escenas de normalidad en dos lugares del mundo, poniendo en evidencia el desastre de la gestión europea de la pandemia, primero en las fases iniciales de lucha contra el virus y ahora, más recientemente, en la casi inexistente vacunación.
La primera escena tiene lugar en dos países absolutamente democráticos en los que el virus no se ha notado para nada, excepto en sus puertos y aeropuertos. Ayer, por primera vez, empezó a funcionar una conexión aérea entre Nueva Zelanda y Australia, dos territorios libres de virus, que supone un gran paso para la normalización. Dentro de Nueva Zelanda y sobre todo de Australia, las cosas son normales desde hace semanas, debido a que la incidencia del virus es prácticamente cero.
Otro lugar que ayer empezó a vivir la normalidad, que ha superado el virus, es Israel. Desde ayer, no es necesario el uso de la mascarilla en las calles, porque la vacunación ha bloqueado la expansión de la epidemia.
Digamos que en estos tres territorios el virus está controlado y se disponen a recuperar la vida tras una pausa de un año.
En España y en Europa aún seguiremos, al menos hasta agosto, con las restricciones, los confinamientos, los horarios de salidas, los toques de queda y los controles por las carreteras, debido a la incapacidad de los gobiernos para hacer las cosas bien (sean los gobiernos locales, los autonómicos, los nacionales o los europeos).
Constatar lo que ocurre no me preocupa, pero sí que ver que nadie asume responsabilidad alguna por tamaño disparate. Porque este retraso puede ser letal para una parte de nuestra economía, especialmente la turística, sin que nadie dimita, sin que nadie pida perdón. ¿Por que los ingleses están hoy vacunados y los europeos, no? Más allá de las acusaciones, más allá de los dedos señalando al otro, aquí nadie ha pedido perdón, aquí nadie ha sido censurado.
No sólo es un tema de economía. En Gran Bretaña, la máxima institución sanitaria ha publicado un trabajo en el que afirma que el rápido despliegue de las vacunas ha salvado la vida de 10.400 personas que, de otra forma, habrían fallecido. Hoy, en ese país, la cifra diaria de muertos está sobre los diez. En España, con menos población, superamos los treinta.
Parece que no le gusta democracia, jejeje
Respuesta ...
En España tenemos fábricas de vacunas (respiradores y jeringuillas, por extensión) de AstraZeneca e.g. en cada una de las 17 Republiquetas.
Boris Johnson (Ayuso style) fue pillado en uno de sus múltiples deshabillés, con la siguiente respuesta: “el éxito se ha debido a dos factores determinantes ... Capitalismo y Avaricia.”
La traducción a la Lengua de Cervantes ya la realizó hace mucho tiempo un tal Unamuno (venceréis, pero no convenceréis) ... “qué inventen ellos.”
Sigamos a lo nuestro con la matraca diaria de jarabe democrático: Sol, playa, hoteles y chiringuitos ... qué inventen ellos.!!!
Los gobiernos, sean locales, autonómicos o europeos, se han revelado como incompetentes ante un problema que les viene muy grande. La recuperación del turismo no les preocupa, saben que la población está tan harta de restricciones que en cuanto abran la mano habrá una diáspora de turistas, una explosión de viajeros en todas direcciones. No hará falta inyectar millones en el sector.
En el escenario inmediato cada país deberá afrontar su propia reconversión, como en su momento aquí se desmanteló la minería o los astilleros. Ahora toca reconvertir el sector servicios y su ejército de camareros en especialistas de medioambiente, nuevas tecnologías y energías verdes. Es la apuesta que tienen entre manos. Al teatro del Covid le quedan meses de vida, pronto llegará el relevo y nueva la estrella de la función será la crisis económica mundial.
Una verdad a medias, como otras muchas, ya que el premier australiano ha dicho que no tiene ninguna prisa en abrir el turismo en su país, y el que llegue tendrá que seguir haciendo cuarentenas. Y ya puestos a comparar, comparemos con iguales, porque lo que se ha hecho en Oceanía, -Australia y N. Zelanda- no tiene nada, pero nada que ver con lo que se ha hecho en Europa en general y en España en particular; allí han combatido a la pandemia adelantandose a la misma, aquí hemos ido a rebufo de la misma, cerrando tarde y mal, y abriendo deprisa y demasiado pronto, a la vista están las consencuencias, y lo que es peor, de tanto salvadores de esto y lo otro, no hemos salvado nada, ni la salud ni la economía.