La tentación

Riu ha decidido retirarse de Cuba. Lo deja precisamente cuando parece que puede haber una apertura. Y pide perdón porque se ha equivocado habiendo entrado, dando a entender que las cosas no salieron como tocaba o como habían previsto.

¿Cuáles el motivo para esta decisión? Riu tiene un producto con una poderosa identidad. Quiere decir que en todos los hoteles Riu a los que uno va encuentra unos estándares de calidad altísimos, resultado de la política interna de la organización. Para Riu, garantizar al cliente que siempre se va a encontrar con estos estándares es primordial. Sólo así tiene sentido pagar un poco más.

Pero Riu se ha encontrado con que en Cuba esto es imposible. Cuba, por mucho que todo el mundo intente disimularlo, no es un país normal, en el que las cosas funcionan. No, allí las cadenas hoteleras han de compartir gestión con las estructuras políticas locales, lo que traducido en un lenguaje simple significa la imposibilidad de hacerlas cosas como el empresario quiere. En este caso, como los estándares de la marca establecen.

Claro, que al mismo tiempo, es un negocio estupendo y que incluso parece que va a aumentar en un futuro cercano.

Riu en su momento cayó en la tentación, quizás creyendo que podría rediseñar la gestión para que llegara a un nivel aceptable, soportable. Por lo que se ve, no ha sido posible. Y deja el país. O marca o Cuba, las dos cosas no son posibles, porque el modelo de gestión cubano no permite la excelencia.

Las otras cadenas viven situaciones diferentes: algunas tienen un trato particular que les permite no caer en su calidad, otras tienen interlocuciones más adecuadas que dejan operar con rigor y, algunos ,que también los hay, se olvidan de cómo es su marca en otros países y ofrecen una versión cubana, o sea a la baja.

Esto es lo que hay en Cuba. Ni con apertura ni sin apertura se puede salir del círculo.