Los incidentes, reiterados y bochornosos, que con frecuencia creciente están ocurriendo en Barcelona contra los turistas que visitan la ciudad constituyen un espectáculo auténticamente inaceptable, que debe ser perseguido penalmente. Sin embargo, a mi entender, aún hay algo peor que estos fenómenos: su tolerancia, su comprensión, la ambigüedad en la condena.
Estos hechos son gravísimos por varios motivos,
En primer lugar, porque todo el mundo tiene derecho a desplazarse a donde lo desee, sin ninguna clase de cortapisas, en la medida en que siga las previsiones legales, como es el caso de los turistas que visitan la Ciudad Condal. Lo contrario es pura dictadura de unos pocos sobre unos muchos.
En segundo lugar, porque sólo los violentos e intolerantes pueden amenazar, atemorizar y culpabilizar a los turistas de un negocio que hemos creado los españoles y gracias al cual este país está pudiendo salir de la profunda crisis en la que se encuentra.
En tercer lugar, porque, más allá de sus indudables beneficios económicos, el turismo ayuda a que en España veamos que hay mundo más allá de nuestra fronteras. Evidentemente, la existencia de personas como las que han agredido a estos visitantes indica que aún no tenemos suficientes turistas como para que vean que el mundo es muy amplio, diverso y polifacético.
En cuarto lugar, porque un acto de esta naturaleza atenta sobre todo contra nosotros, contra los ciudadanos de este país que viven del turismo. No sólo los que directamente trabajan en esta industria, sino todo el país, dado que una hipotética pérdida del 10 por ciento del PIB sería una catástrofe general.
Por eso es intolerable la actitud ambigua de muchas fuerzas políticas catalanas a las que les gusta jugar con estas cosas, intentando no perder el voto o el apoyo o una futura alianza con los grupos políticos más radicales del espectro parlamentario. Nadie debería apartarse de la condena de esta violencia y amenazas.
El artículo está en lo cierto que la situación es intolerable. Pero se acaba con el problema de fondo desde la raíz o esto va a ser sólo el principio. Estamos hartos de ruidos y vómitos en nuestras comunidades, gente semidesnuda y borracha por la calle, el centro de nuestras ciudades ocupadas y los vecinos expulsados de sus barrios. Lo que se está dejando que ocurra es un daño permanente a los vecinos. Lo que dice el artículo es temporal. Si se acaba el origen, acabarán las protestas.
"Estamos hartos de ruidos y vómitos en nuestras comunidades, gente semidesnuda y borracha por la calle, el centro de nuestras ciudades ocupadas " - quieres decir que los barceloneses no andan medio desnudos, no vomitan, pisan y cagan en la calle, sin decir lo de los ruidos? dime en qué barrio vives y yo me mudaré allí hoy mismo
y el origen no son los turistas sinoque los gilipollas comunistas. vete a tu Cuba libre o Corea, del norte, nen.
como duele que el PP en BCN y CAT no llega ni al 8%.