Lo leo y no lo creo

Un periódico nacional de importancia titulaba este fin de semana que los británicos se van a quedar sin vacaciones baratas en España. El titular hace referencia a qué ocurrirá tras el 'brexit' que, para este periódico, supondrá el fin de las vacaciones, el final de la venta de coches alemanes en Gran Bretaña y hasta la desaparición de los vinos europeos de las estanterías de los supermercados británicos. ¿Nos merecemos este nivel de falta de rigor?

No hay que ser un genio para saber que los suizos y los noruegos veranean en España por precios que son los mismos que los que se les cobran a los europeos. Incluso más: tenemos miles y miles de turistas rusos, que no sólo no pertenecen a Europa, sino que más bien en muchos momentos da la impresión de que está enfrentados con nuestro continente.

Este es el tono de las tonterías que se han venido diciendo en la última semana en relación a las consecuencias del 'brexit' y que, francamente, sólo son el fruto de una mente calenturienta y un poco corta de luces. En materia de viajes, no existe ningún riesgo de que España vaya a ver mermado, siquiera marginalmente, por el 'brexit'. Aunque el turismo funciona como una exportación, no pasa fronteras y no tiene aranceles, por lo que no va a cambiar en absoluto. El ejemplo ruso es suficientemente clarificador.

Pero, por si alguien tiene dudas, es obvio que no será sólo que en Inglaterra se queden sin los coches alemanes, sino que también los alemanes perderán un mercado en el que venden 800 mil coches al año. O sea que ya se imaginan ustedes qué va a ocurrir: que nada va a cambiar, porque no le interesa a nadie.