Peligrosa dependencia

¿Debemos tener parte de nuestra oferta turística vacía o está bien dejarla depender en exceso del mercado ruso, como está sucediendo con algunos enclaves de la costa catalana y, en menor medida, andaluza y balear?

Por supuesto, está bien que trabajemos, que funcionemos, aunque sea dependiendo de un único mercado. Nada hay peor que la ausencia de clientes y el cierre de empresas. Pero, dicho esto, que casi todo el mercado de algunos productos vacacionales españoles dependan de un único país es peligroso. Rusia es un mercado emergente, que lleva varios años creciendo en nuestro país, y que se ha instalado en ciertos puntos de España con una presencia abrumadora. Es el caso de Cataluña, donde el número de vuelos diarios es comparable hoy al de las procedencias clásicas.

Los expertos en turismo siempre mostraron su desacuerdo con la dependencia excesiva. No hace falta ser un entendido para comprender el riesgo. Pero, por supuesto, si no hay otro remedio, más vale tener turistas de un único mercado que no la crisis.

Los rusos están hoy paliando en buena medida la desaparición del viajero español, que no está yendo en las cantidades habituales, ni siquiera a los lugares más cercanos. Y el empresario de ese producto más local, asustado ante el futuro, se ha dejado seducir por el monocultivo.

Esperemos que los datos económicos que el gobierno español no cesa de difundir, que hablan de un 2014 más optimista, puedan apuntar a una recuperación del turismo emisor interno, lo que devolvería cierto equilibrio a muchas zonas de nuestras costas. Es ciertamente urgente, ante los riesgos que estamos asumiendo.