La asociación que agrupa las aerolíneas de todo el mundo ha decidido prohibir la facturación de aparatos que utilicen baterías, tales como ordenadores o teléfonos móviles. Esto significa que los pasajeros aéreos que necesiten transportar este tipo de instrumentos –todos, prácticamente– deben llevar estos aparatos en la cabina y no en sus maletas facturadas.
Esta es otra de las incontables prohibiciones que adopta el sector aéreo, pero una que se entiende y que tiene su lógica. Resulta que estas baterías, de forma absolutamente excepcional, pueden arder. En ese caso, si el incendio tiene lugar en la bodega del avión, nadie se entera hasta que quizás sea tarde, además de que apagar el fuego, algo que normalmente puede producirse sin más complicación, es imposible. En cambio, en la cabina, cualquier puede evitar la expansión de ese fuego, que nunca es de grandes dimensiones.
La decisión viene motivada por los hechos ocurridos en un vuelo de un B787 de una compañía japonesa, que tuvo una emergencia por estas razones.
El transporte aéreo ha estado presa –y aún hoy lo está– de las decisiones absurdas, que nadie sabe por qué se adoptan. La última de ellas fue adoptada por los gobiernos europeos exigiendo conocer todos los detalles de los pasajeros de los aviones, como consecuencia de los atentados de París, donde unos individuos que entraron en coche de alquiler desde Bélgica atentaron en la capital francesa, huyendo de la misma forma. Los ministros del Interior, ante estos hechos, decidieron aumentar los controles en los aeropuertos, sin que ninguno de ellos haya sido capaz de explicar las razones. Antes habíamos vivido la absurda prohibición de los móviles, cuyas señales obviamente atraviesan los aviones en todo momento, como ocurre con infinidad de otros aparatos de precisión, sin que ocurra nada. Finalmente, tras años de prohibición, en Estados Unidos han decidido acabar con el absurdo.
Sin embargo, esta vez, la medida sí tiene sentido, aunque sólo sea para un puñado de casos muy improbables.
Ni de redactar ni de lo que expones. El artículo está lleno de imprecisiones y datos erróneos.
Déjalo, por favor!
Venga, ahora censúrame, como siempre que escribo algo que no te gusta.
Genio!!