Leo, sin saber qué cara poner, que los tour operadores británicos han enviado un equipo de psicólogos a Cuba, para ofrecer sus servicios a los clientes que viajaron a los cayos (Cayo Coco, Cayo Guillermo, Cayo Santa María) y fueron evacuados a Varadero debido a que el huracán Irma llevó a las autoridades cubanas a obligar a evacuar sus hoteles.
El gobierno cubano sabía que lo más expuesto al huracán iban a ser los hoteles de los cayos (hay varios gestionados por empresas españolas, fundamentalmente Melià e Iberostar), por lo que ordenó que los 5.000 turistas que se alojaban allí fueran trasladados en autocares a Varadero. En Varadero había otros 18.000 turistas, pero la zona no estaba llena por lo que pudieron alojarse en este segundo enclave, más cerca de La Habana y no tan expuesto a la trayectoria anunciada del huracán.
Hasta ahí todo normal. Los tour operadores siguieron la operación, sabedores de que son sus clientes y atentos a que no ocurriera nada inesperado.
Cuando los clientes están en Varadero y el huracán ya está disolviéndose en las costas de Florida, los mayoristas europeos mandan a los psicólogos del Centro de Crisis.
Veamos: ni un turista ha sufrido daño físico alguno, mucho menos hay que lamentar muertes; ni un guía, ni un asistente ha padecido los efectos del huracán. Todo se ha limitado a unos daños muy serios a los hoteles de los cayos, donde ya no había nadie.
Entonces, humildemente me pregunto, ¿para qué quieren estos turistas a los psicólogos? ¿Qué tienen que contarle? ¿Cuál es el trauma que se les ha producido? ¿La pérdida de unos cuantos euros debido a que finalmente no volverán tan morenos como habían previsto?
Si yo fuera uno de los psicólogos y alguno de estos viajeros me pidiera los servicios, le pagaría un taxi para que saliera por Cuba a ver qué es sufrir un huracán. Seguro que se les acaba la tontería.
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