El mundo del control aéreo es delicado, porque los riesgos con los que se trabaja son notables. Sin embargo, ocasionalmente aparecen algunos datos que dan pie a la preocupación. En primer lugar, recuerdo que, cuando Aena anunció que unas obras provocarían el cierre de dos de las cuatro pistas de Barajas, los controladores nos dijeron que, pese a que el aeropuerto tenía (y tiene) mucho menos tráfico que Heathrow, operar con dos pistas supondría retrasos. En ese momento, muchos pilotos manifestaron claramente su descontento por la calidad del control aéreo de Barajas, bastante deficiente en comparación con otros países.
Algo similar ocurrió cuando, hace dos años, en El Prat, un avión de Aerolíneas Argentinas irrumpió en la pista de despegue cuando le quedaban escasos minutos a otro aparato ruso para tomar tierra. El avión que estaba en el aire remontó el vuelo y no ocurrió nada. En esa ocasión, nuevamente, con un poco de sordina, se oyeron voces que cuestionaban la calidad del trabajo del control aéreo de la capital barcelonesa.
Ahora, nuevamente, se produce una situación delicada en la que dos aviones, uno de easyJet y otro de Vueling, se aproximan a la pista desde posiciones más cercanas de lo que está recomendado por las normas en vigor. No ocurrió nada, pero se ha abierto una investigación.
El asunto es muy delicado y requiere prudencia. No se puede exagerar, porque estamos ante cuestiones que tienen gran efecto público; pero no se pueden minimizar, porque entraríamos en una espiral de pérdida de rigor que es muy peligrosa en esta actividad. En todo caso, es fundamental que se adopten todas las medidas necesarias para que el control aéreo español, así como de su supervisión, funcionen a la perfección, separando del cargo a quien no esté en condiciones de ofrecer los niveles de garantía requeridos. Este es un tema serio, ante los que no queda lugar para la menor complacencia ni corporativismo.
Gracias Sr. Amador
Corto, claro y conciso que da que pensar.
Lástima que los que han de actuar no guiarán su labor.
Hay varias razones detrás de lo que ocurre. No se por donde empezar.
- Intereses electoralistas que creen que se debe primar al que mas grita sobre el interés mayoritario que suele ser silencioso. Como consecuencia tenemos unas rutas de aproximación y salidas de los aeropuertos que son complicadas de efectuar, provocan un consumo innecesario de combustible y en ocasiones afecta a la seguridad. Rutas que dejan muy poco margen de maniobra para mejorar mediante el control.
- Selección del personal siguiendo unos criterios donde la vocación y conocimientos aeronáuticos es residual si es que hay alguno. La consecuencia es que el colectivo pone mas énfasis en controlar sus tiempos de trabajo que en controlar los tráficos en el radar.
- Abuso por parte de algunos políticos y ejecutivos que siempre encuentran satisfacción en sojuzgar a pequeños colectivos usarlos como tapadera de sus propios errores. Muy bien acogido por súbditos iletrados, por cierto.
- Creencia generalizada de que mover toneladas de metal relleno de carne a velocidad subsónica flotando en el éter es algo normal y sencillo porque lo están viendo delante de ellos todos los días.
- Tendencia generalizada en la sociedad a abandonar la excelencia en pos de lo normalito.
- Etc