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EDICIÓN ESPAÑA

Un año después

Permítanme que hoy les ofrezca una prueba de cómo funciona un país cuyo gobierno piensa en cuántos titulares positivos salen en la prensa y no en qué políticas aplica a largo plazo, si es que tuviera una estrategia. La dinámica siniestra en la que hemos entrado hace que la política sea qué ocurre mañana, cómo quedo bien, cómo demuestro mi valentía, aunque en realidad no haya sustancia ni razones para lo que hago.

 

Estos días se celebra el primer aniversario del anuncio hecho por el ministerio de Fomento de que iba a endurecer la ley de Seguridad Aérea, para acabar con lo que en aquel momento se calificaba como la “low security” de Ryanair, la aerolínea líder en España. Además de anunciar que estaban trabajando en la modificación del régimen sancionador de la Ley de Seguridad Aérea (en respuesta a los incidentes del verano de 2012), el ministerio de Ana Pastor decía en octubre del año pasado que estaba manteniendo conversaciones con las autoridades europeas para lograr asumir mayores competencias para poder actuar contra cualquier compañía extranjera que tenga un gran volumen de tráfico en España.

 

Ha pasado un año desde aquellos titulares de prensa, valientes y contundentes, y el resultado de la actuación fulminante de nuestro ministerio ha sido exactamente cero. Nada. Todo olvidado. Ni rastro de aquellas promesas.

 

Quizás ustedes hayan notado, en cambio, que desde hace unos meses, cuando uno compra un billete con Ryanair, prácticamente no hay recargo por el pago con tarjetas bancarias. Lo mismo sucedía desde antes con Easyjet. ¿Han temblado ante la dureza de nuestro ministerio? ¿Ha habido una negociación secreta? No, nada de eso; aquí sólo damos ruedas de prensa, pero no actuamos. El cambio se debe a que desde febrero de este año, Gran Bretaña (país que, como España, tampoco es la sede de Ryanair, pero que cuando aprueba una norma la hace cumplir con rigor) exige que no haya recargos por el uso de tarjetas de crédito, excepto una cifra marginal. Lo que ni los servicios de consumo del Gobierno central ni los de las diecisiete autonomías supieron exigir, se aplica porque otro país se ha plantado.

 

Para ver nuestra impresentable gestión, miren las barbaridades que les cargarán compañías como Vueling o Air Europa por pagar con tarjeta, por gastos de gestión, o por expedirle el billete aéreo (como si fuera posible comprar un billete y no expedirlo).

 

Esto es lo que ocurre con los gobiernos que piensan en titulares: no resisten la lectura de las hemerotecas, porque todo son palabras gratuitas que jamás se traducen en hechos. Y eso lo saben las compañías aéreas que ya tratan a nuestro gobierno como una pandilla de aprendices. Véanlos ahora intentando desesperadamente colocar una 'low cost' en la terminal 4 de Barajas. Demencial. La energía se les va en anuncios.


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    1 Comment
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    Abhema
    11 años

    Sr. Amador.

    Estaría bien que alguna vez explicara qué intereses tiene en Ryanair. No es comprensible que una persona con cierto raciocinio defienda, como hace Ud., a una compañía como la citada.

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