Les confieso que me cuesta creerlo, pero lo ha dicho el gobierno y lo ha difundido la BBC: este
lunes que viene se empezará a repartir la vacuna contra el virus entre el personal sanitario de la sanidad británica, una vez que aparentemente la investigación y los chequeos del antivírico de la Universidad de Oxford, comercializado por Astra Zéneca, llegó a buen puerto.
El ministro de Sanidad espera que este año –o sea en dos meses-- se acabe el reparto entre los
médicos y personal de riesgo para en enero empezar con la distribución entre el público en general. La noticia sorprende, pero tiene los visos de ser real.
Es verdad que todas las fuentes, cautelosas, advierten de que esto ocurrirá si no pasa nada
inesperado, como dando por hecho de que es muy posible que surja un contratiempo.
En todo caso, este escenario significa que para el mes de marzo podríamos tener una parte de la población inmunizada y para el verano probablemente se podría empezar a pensar en una
normalidad, dado que la vacuna tiene un efecto inmunizador de un año.
Todo hay que tomarlo con cautelas porque estamos hablando de asuntos de salud y esto puede
estropearse con cualquier alarma que hasta el momento no ha aparecido. Hacía meses que no recuerdo haber visto nada positivo en torno a esta epidemia que está diezmando nuestra sociedad, enloqueciendo a muchos y arruinando a la mayoría.
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