Una de las claves del éxito de Ryanair es haber comprado sus aviones muy baratos. En los momentos posteriores a la caída de las Torres Gemelas de Nueva York, ninguna compañía aérea compraba aviones porque todas estaban pendientes de si el mercado se recuperaría. Boeing, entonces, se encontró con que sus líneas de producción corrían el peligro de tener que paralizarse.
Eso habría supuesto un coste impresionante porque tiene repercusiones incontables. En aquel momento, Michael O’Leary, oportunista como buen empresario que es, porque tenía dinero debido a que es la que menos sufrió la crisis, se ofreció a comprar aviones a cambio de un precio más moderado. Boeing tenía que elegir entre perder un dineral no cuantificable suspendiendo sus líneas de producción o aceptar el precio que proponía Ryanair. Aceptó, claro.
Hoy no ocurre lo mismo, pero Boeing se encuentra necesitada de apoyo, de muestras de confianza. Y eso tiene un precio que Willie Walsh, el director general del grupo IAG, ha considerado ideal para su grupo: pago menos por un avión que hoy está totalmente quemado pero que para 2023 ya se habrá recuperado. Porque, no nos engañemos, Boeing ha cometido excesos y descuidos en el caso del 737 Max, pero sigue siendo una empresa capaz y competente a nada que vuelva a alinear sus fuerzas. Y nadie le podrá quitar a IAG el excelente precio que habrá conseguido.
Esta es la lectura que necesariamente tiene que hacerse de la compra de 200 aviones 737 Max que tuvo lugar en París. Oportunismo puro. Pero ese oportunismo equivale a millones y millones de dólares de ahorro, capaces de marcar la diferencia con respecto a los rivales.
Para IAG tiene también un coste, pero menor: sus aerolíneas habrán de dejar de operar con Airbus para el corto radio, para cambiarse paulatinamente a Boeing. Eso, para una compañía con pocos aviones es un problema costosísimo, pero hacer una línea de mantenimiento para 200 Boeing es prácticamente igual de costosa que hacerlo con una ampliación de recursos para Airbus. Porque, he ahí la ventaja, tanto los aviones de BA como los de Level o Vueling serán atendidos centralizadamente. O sea que la supuesta desventaja, tampoco será para tanto. Observen qué poca importancia tiene esto que O’Leary, por ejemplo, ha aceptado que todo su negocio austriaco y alemán, bajo la marca Lauda, se haga con Airbus. Es crear otra línea de mantenimiento, pero es que cuando se tienen varios cientos de aviones, las economías de escala son mucho menores.
Ninguna compañia ( puede que alguna de poca solvencia ) compra aparatos. Se los alquilan a los " lessors "