Acoso comercial

Los viajeros ya sabemos lo que es el acoso comercial. El marketing exacerbado, loco. Tengo una escena en mi mente que es bien vívida: un monumento en Egipto que está precedido por una calle llena de comercios. Mi autocar es el primero en llegar por la mañana. Al bajar, a lo lejos, se ve cómo los vendedores se preparan para la emboscada en la calle de acceso. El cruce hasta pagar la entrada y desprenderse de la presión es como cruzar la línea Maginot bajo una lluvia de balas. Horrible. Una experiencia que sólo las maravillas de los faraones pueden justificar.

Algo similar, mucho más moderno, me está ocurriendo con una gran empresa de rent a car. No con un piratilla de segunda sino con una de las grandes. Entré en su web porque me había llegado un mail diciéndome que tenían descuentos suculentos y, por tanto, quería mirar los precios. Yo he viajado con ellos y son los más serios en todo, de manera que, con un precio cercano a lo normal, los prefiero. Pero mi exploración fue frustrada: aunque han bajado los precios sobre lo que era habitual en ellos, sigue siendo caro (A ver, en esto, caro o barato es una apreciación subjetiva). Así que marché a otra empresa y ya tengo mi coche reservado.

Sin embargo, desde el primer día, a razón de dos veces por día, recibo un e-mail que dice que los coches en el aeropuerto de mi destino –lo mencionan– están bajando de precio y que debo reservar. Observen que si los precios bajan cada día, o yo soy un idiota, o voy a esperar hasta que un mail me diga que los precios han empezado a subir.

Todos los días lo mismo. No me doy de baja de la suscripción porque ahora ya me da risa ver cómo los encargados de marketing pierden el sentido común: una empresa puntera no puede hacer las cosas así, debe mantener las formas; y no puede decir que los precios bajan y bajan porque he vuelto a entrar y después de dos o tres semanas bajando, siguen igual.

En fin, no sé si no prefiero el cruce de la línea Maginot en Egipto.