Aviación como en país

Hace algunas semanas que EasyJet, una de las más importantes compañías aéreas de Europa, anunció el cierre de su base en Madrid, la única que tenía en España, debido a la fuerte subida de las tasas aéreas. En realidad las cosas no son tan simples: EasyJet, a quien evidentemente el fortísimo aumento de las tasas no le habrá hecho gracia alguna, ya tenía problemas con su plan de negocio a partir de Madrid. Prácticamente ninguna de las líneas nacionales que puso en marcha terminó de cuajar, entre ellas su aventura a Palma, por razones difícilmente explicables.

A nuestros efectos, da igual: se cierra una base aérea y muchos de los trabajadores que tenían allí su sustento, deberán marcharse a otros países si quieren continuar con la compañía que, afirma, les mantendría su empleo pero en otro destino.

La cuestión es muchísimo más seria cuando Ryanair, la que hoy es ya con diferencia la primera compañía aérea del país, anuncia para este otoño un serio recorte de sus servicios desde la capital. La aerolínea irlandesa, pese a ser la líder, ha tenido este año un ligero descenso en el número de pasajeros, incluso con su modelo de precios muy agresivos. La compañía ha señalado que la primera víctima de su reconfiguración del negocio en España va a ser Madrid donde, afirma, si bien no cerrará la base, va a redimensionarla seriamente.

Este es, pues, el panorama: Air Europa, en situación delicada; Iberia a lo suyo, con su guerra interminable con los pilotos, a ver quien cae antes; Air Berlín reduciendo operaciones; EasyJet llevándose la base, si bien está consolidando sus servicio entre las principales capitales europeas y, finalmente, el líder, el que se basa en el precio, la puntualidad y absolutamente nada más, reduciendo flota.

Sería oportuno preguntarle al Gobierno y concretamente a Aena si no sería mejor abordar antes los salarios escandalosos de los controladores o la inoperatividad de su plantilla, que disparar las tasas aéreas y propiciar esta escalada de huidas de nuestro país. Parece que el modelo de lo que hacemos en la aviación, mantener los privilegios y la mala gestión, subir tasas e impuestos y asistir a un hundimiento del sector, es el mismo modelo que el que aplicamos al resto de la economía.