El Gobierno de Baleares ha llevado a cabo un ejercicio inútil al modificar el criterio con el que concede las estrellas a los hoteles. Ahora ha presentado una ley que incorpora al sistema de valoración y catalogación hotelera una cantidad de variables ‘progres’, tan inservibles como las estrellas anteriores, totalmente desbordadas por la realidad (Baleares cambia las reglas en la concesión de estrellas a sus hoteles).
Vamos al origen de todo esto: ¿Por qué los gobiernos ofrecen un sistema de estrellas para clasificar a los hoteles en sus territorios? El modelo nace históricamente porque el engaño de los hoteles a los clientes era muy frecuente y casi inevitable: el alojamiento se compra normalmente a distancia, sin poder ver el establecimiento, sin estar allí, de manera que era una compra a ciegas. Ante esa incertidumbre arriesgada, los gobiernos daban indicios al cliente para orientarlo en su decisión: un cinco estrellas tiene que tener cierta calidad, de un tres estrellas se puede esperar menos, etcétera. Y, consecuentemente, el precio deberá tener una relación con la certificación por calidad.
Todo esto saltó por los aires en hace unos veinte años con Internet. ¿Qué sentido tienen las estrellas cuando el cliente puede ver el hotel en la web, cuando puede leer mil y una opiniones, cuando hasta dispone de fotografías aéreas y desde la misma calle del establecimiento? Ninguna, pero los gobiernos son dinosaurios que se mueven a muy poca velocidad y una vez que han creado una estructura nunca la disuelven. Así que ahí han quedado las estrellas, sin utilidad alguna.
El ridículo del sistema de estrellas es aún más notable desde que están las plataformas que venden alojamientos privados (tipo Airbnb). ¿Por qué los gobiernos no valoran esta oferta? ¿Por qué al hotel se le exigen ratios de áreas verdes por habitación y al apartamento se le ignora? ¿Cómo se justifica esta diferencia de trato, cuando los dos tipos de establecimiento ofrecen lo mismo al mismo cliente?
En este contexto es cuando a alguien de Baleares se le ocurre esta “idea pionera” (hace ya años que en política sólo hay ideas pioneras), que no sirve para nada, pero que ante los medios de comunicación demuestra vitalidad, iniciativa y presencia: cambiar los criterios, como si el problema fuera que no se valora el cuidado medioambiental del hotel, como si aún las estrellas le importaran a alguien.
Siendo un ejercicio inútil, da una imagen de dinamismo, que es lo que un gobierno tiene que demostrar. No servirá para nada, pero eso es secundario.
QUIZAS SEA MEJOR HACER UNA CLASIFICACION POR LA CATEGORIA DE LOS SERVICIOS PRESTADOS, O QUIZAS... NUNCA LLUEVE A GUSTO DE TODOS...
Casualmente, hace un rato hemos podido escuchar en vivo y en directo en La1 a la presidenta de la Comunidad Balear y el relato -cómo siempre sucede con la derecha torticera y apesebrada y sesgada- se parece a la realidad como un huevo a una patata.
De entrada, la futura Ley, está en trámite de ponencia, luego le queda un recorrido notable … pero los lebreles ladran por na y menos.
Si mal no hemos entendido los espectadores, no sólo se va a valorar la satisfacción del cliente, si no también, el trato que se presta al trabajador que ejerce en dicha instalación sus funciones dotando de cierta ergonomía al mobiliario para tratar de evitar y corregir patologías sanitarias y de incapacidad laboral y por último, al vecindario, el entorno que soporta el impacto turístico que para el empresario debe ser con estoicismo. Pues NO corazón.
Se van a dedicar 88 millones de euros en ayudas directas a la adaptación, a los que hay que añadir la no despreciable cantidad ya repartida de 485 millones por el impacto del Covid y eso, en palabras de la propia presidenta, para unas Islas que suman un millón cien mil residentes.!!! Hagan cálculos, para quedar petrificados.
No hay más preguntas Señoría. Antes se coge a un mentiroso que a un cojo.
Y qué pasa con hoteles de 4 o 5 estrellas qu están más desfasados que el Seat Panda?, pero sus precios no están nada desfasados, o con hoteles de categoría nominal que el minibar está vacío, o cuya limpieza es más que discutible, porque haberlos haylos. Y lo de las fotos es de traca, solo hay que leer las opiniones de supuestos clientes donde afirman que las fotos no tienen nada que ver con la realidad. U hoteles de menor categoría con mejores servicios y calidad de lo que ofrecen otros superiores.