Con los pantalones bajados

La industria del transporte y del turismo mundial, especialmente europea y americana, parece que terminó por acostumbrarse a los falsos anuncios de normalización de la actividad. “Que vuelven los turistas”, clamaban los medios cada pocos meses, pero ellos no lo creían. Y durante dos años acertaron plenamente: después de Alfa vino Beta, después Delta y después Ómicron, pero este fue el último que mereció la pena. Hasta ahora mismo.

Porque ahora es verdad, ahora, de la noche a la mañana, se han vuelto a llenar los aeropuertos y la nueva situación ha pillado a todo el mundo, o a casi todo el mundo, sin defensas, sin plantillas, sin los teléfonos de las oficinas de empleo, y hasta sin aviones, aunque de esto sobra en el mercado.

Durante la pandemia, todos los países optaron por despedir plantilla y acomodar sus gastos a sus ingresos, ciertamente mucho menores. Los trabajadores se buscaron la vida, se reorganizaron, encontraron nuevos horizontes. Como es lógico, por otro lado.

Este lunes, durante horas, los viajeros hicieron interminables colas en el exterior del aeropuerto de Birmingham, a la espera de poder entrar. Es el símbolo que visualiza la carencia de plantilla. Es lo mismo que está ocurriendo en Ámsterdam o en Heathrow: no hay gente, no hay plantilla, no hay trabajadores, todo está desbordado (KLM suspende docenas de vuelos ante el fin de semana).

Easyjet, para paliar el desastre que tiene sobre la mesa ha optado por quitar seis asientos a cada avión A319, dejarlos en 150 pasajeros, con lo que puede ahorrarse un tripulante en cada turno, lo que perfectamente puede suponer unas 200 personas. Doscientas de aquí, doscientas de allá... (Easyjet: menos asientos para reducir tripulación).

Las aerolíneas y los aeropuertos, que no son los únicos afectados por la imprevisión, se encuentran ahora con un nuevo horizonte: hay que pagar más, porque el trabajador, incluso el modesto maletero, exige más salario, como es lógico. Lo que está recomponiendo completamente el horizonte de la aviación. No es sólo que el combustible está más caro, ni que hay más impuestos que nunca, es que los trabajadores volverían… si cobran más.

Yo, sin embargo, quiero hacer una reflexión en este repaso a una imprevisión increíble: ¿por qué Ryanair, la más denostada de todas las aerolíneas, no sólo está operando normalmente, sino que se permite ampliar sus vuelos?

No todo debe de ser casualidad.