El espectáculo hotelero de Baleares

El objetivo nada disimulado del Partido Socialista en Baleares desde siempre fue desactivar a los hoteleros como grupo crítico con sus políticas. Los hoteleros de Baleares históricamente han sido un verdadero poder en la sombra, muy críticos con la izquierda política. En este mandato, el vicepresidente Iago Negueruela se encargó de esta tarea (Los hoteleros celebran la derrota de Armengol: “Muchas barreras y poca gestión”).

Cualquiera que escuche qué pensaba el Partido Popular de los hoteleros de Baleares durante la pasada campaña electoral, concluirá que Negueruela tuvo éxito. No sólo en este, su segundo mandato, sino incluso también en el primero. Según la derecha, los hoteleros ‘se vendieron’ a la izquierda. Al menos así lo decían los más lenguaraces.

El ciudadano, por supuesto, nunca se pudo creer esto. ¿Cómo se van a vender los propietarios del primer negocio de Baleares? Jamás. No es posible. ¿Jugar con su dinero? Como el ciudadano no se lo creía, los socialistas se afanaban más en conseguir apoyos hoteleros porque era debilitar directamente a la derecha política.

A lo largo de la legislatura que acaba, las organizaciones empresariales hoteleras dejaron de ser críticas con el Gobierno y, ya casi al final del mandato, llegaron a felicitarlo. Nada que ver con los hoteleros de hace diez años, por ejemplo, que hicieron la vida imposible al socialista Antich por haber aprobado el impuesto turístico.

En los últimos meses, los hoteleros mostraron su apoyo al Gobierno de forma bastante sorprendente, indisimulada. Por ejemplo, en la negociación del último convenio colectivo, Negueruela, el vicepresidente, se metió para llevarse algo de protagonismo. En una negociación en la que el poder político no tiene ningún papel, el Gobierno estuvo en medio, como si fuera parte. Comisiones Obreras criticó esta intervención con dureza. ¿Qué hace el Gobierno en medio de una negociación colectiva, decía el sindicato? Los hoteleros, en cambio, callaron. Fue más crítico Comisiones Obreras que la patronal. Inverosímil. Nunca visto.

En círculos restringidos, sin embargo, los hoteleros acusaban a Negueruela de amenazarles. “Nos llamó y nos dijo que si no le apoyábamos íbamos a recibir inspectores de Trabajo, por lo que debíamos apoyarlo”, avisaban a la derecha. Pero públicamente siempre callaron, si es que esto era verdad.

A las pocas horas de haber perdido las elecciones la izquierda, con las emociones aún calientes, los hoteleros salieron a decir que estaban hartos, que se alegraban de que Negueruela se marchara a casa, de que volviera la derecha. No se sabe si estamos ante una descoordinación en la puesta en escena, si las voces son las mismas antes que después de las elecciones, pero lo cierto es que es muy difícil de entender este cambio de rumbo.

Los hoteleros son libres de escoger sus posturas políticas: pueden alinearse con quien quieran o no. Pueden declararse apolíticos o militantes. Da igual. Lo que no es admisible es pasar en horas de dejarse retratar como apoyos incondicionales a la izquierda a alegrarse de que hayan perdido.