En manos del azar

Pocos negocios más volátiles que el turismo, más a expensas de rumores, de titulares, de versiones incompletas, de hechos arbitrarios. Basta una alarma, una alerta, un miedo para que todo pueda estropearse. Es lo que pasa con la violencia pero también, y sobre todo, con las situaciones de emergencia.

La portada de The Telegraph de Londres de hoy, jueves, informa que los expertos españoles creen que el virus Zika puede expandirse como la pólvora en España si el mosquito tigre se convirtiera en portador del mismo. A día de hoy, no ocurre, con lo que estamos hablando de puras especulaciones, pero suficientes para tener honores de portada de periódico.

Los medios no van de bromas, añadiendo que “miles de turistas británicos” podrían verse afectados si el virus se expandiera por todo el Mediterráneo. Vean ustedes la solidaridad con los locales. Yo pensaba que el periodista iba a añadir que los gobiernos de los países del norte iban a abrir sus fronteras de par en par para que los españoles nos pudiéramos refugiar en su fría Albión, pero no.

En realidad es una alarma totalmente infundada que no va a tener efecto alguno en el negocio turístico, pero sí sirve como indicador de lo poco, de lo casi nada que falta para que se genere una alerta, un efecto, un desvío de viajeros.

Imagínense el desafío que tiene hoy Brasil, con todas las instalaciones de sus olimpiadas prácticamente acabadas y con esta alarma afectándoles de lleno. El Gobierno dice que está siguiendo a pies juntillas las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud, pero esto y nada es lo mismo, porque en estos momentos estamos hablando de un problema fuera de control.

No deja de ser interesante destacar que el virus del Dengue, que también se trasmite por mosquitos, y que también afecta a Sudamérica y Centroamérica, ya conocido, habitual, no provoca la misma alarma, pese a que también existe, tampoco ha sido erradicado, era y es frecuente.

En fin, que el turismo está en manos del azar en estos asuntos: hoy tenemos viajeros, mañana nos podemos quedar sin nadie.