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EDICIÓN ESPAÑA

OPINION

Glasgow: más mentirosos que ecologistas

Jean Baudrillard creó una fantástica explicación post-moderna del mundo contemporáneo al hablar de un concepto ignorado hasta entonces: el de la hiperrealidad, que es una falsedad absoluta, que no tiene relación alguna con la verdad, pero que constituye un todo narrativo del que no es posible salirse, evadirse, ignorar. Es una realidad ficticia construida sobre los medios de comunicación, creada, narrada, inventada. ¿Qué tiene que ver ese mundo con la realidad? Lo más interesante que dice Baudrillard es que la respuesta a esta pregunta no interesa porque la hiperrealidad es autónoma, puede o no coincidir con la verdad, pero que en todo caso, da igual, no depende de ella.

Hoy estamos ante uno de esos ejercicios hiperreales. Todo quien quiera vender su imagen de sensible ha de viajar a Glasgow a comprometerse con el medio ambiente. Bueno, ha de intentar viajar, porque la verdad es que ni en Glasgow ni en Prestwick, su segundo aeropuerto, queda espacio para aparcar los jets privados en los que los ecologistas más sensibles del mundo están demostrándonos que se oponen a la aviación como mecanismo de transporte porque contamina mucho. Nada menos que 400 aviones se han empleado para que los poderosos vayan a Glasgow a contarnos que están en contra de la aviación privada. ¡Genial!

Para mí esto es absolutamente fantástico. Nos venden como ecologismo lo que es una barbaridad contraria al medio ambiente. Es un ejercicio mediático; es la construcción de la imagen pública, es lo que Baudrillard llamaba hiperrealidad. El lenguaje que se emplea, pese a que debería cumplir la función de explicarnos la realidad, sólo la oculta, la eclipsa, la esconde. Allí en Glasgow encontrar una verdad es como hallar una aguja en un pajar. Vean el caso de esa niña sueca, Greta Thunberg, que sin haber empezado la universidad nos explica cómo funciona el medio ambiente, a partir de un guión que alguien le redacta cada día para que el circo no decaiga.

Yo no niego el cambio climático, yo estoy fervorosamente en favor de que se adopten medidas contundentes para reducir la huella contaminante, pero esto que estamos haciendo es una payasada. Como lo es que en los supermercados nos llenen las bolsas de papel de incontables paquetes de plástico; como es ridículo que nos alegremos de usar coches cuya electricidad se produce con energías fósiles; como lo es una buena parte de la recogida selectiva que acaba mezclada con la basura general porque en incontables lugares el compost no tiene quien lo quiera. 

Creo que este desafío se merece un poco de seriedad. Quien va en jet privado a Glasgow no nos va a dar soluciones. Ténganlo por seguro. Y esto, probablemente, sea la única certeza de esta cumbre.


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    3 Comments
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    Anonimo
    3 años

    Se puede decir más alto, pero no más claro.
    Me siento con un cucurucho de castañas a la espera de las falacias de los que le repliquen.

    NONOSQUEDANINÁ
    3 años

    Un negocio más del globalismo y los globalistas. Levantan sus banderas demagógicas sin resolver el problema real mientras llenan sus bolsillos. Nos toman por tontos. El problema es que como apelan a los sentimientos más primarios y básicos, son muchos los que les compran tanta soflama barata.

    Asi son las cosas
    3 años

    ¡Chapeau!

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