La invalorable intervención del Estado

La ruta aérea Menorca-Madrid estuvo abierta a la operación de cualquier compañía hasta entrado el pasado mes de febrero, cuando el ministerio de Fomento declaró esta línea como Obligación de Servicio Público (OSP), la sacó a concurso público con una subvención sustancial, y se la adjudicó a Air Nostrum por 1.5 millones de euros por dos años, para los periodos invernales de ocho meses.

Como no podía ser de otra manera, los políticos del Partido Popular en Baleares y en Madrid se congratularon por la decisión con la máxima profusión: atrás quedaba el sufrimiento de los ciudadanos y para el futuro comenzarían las maravillas de la intervención pública en una ruta cuyo operador, decían, “no daba seguridad”.

Estamos en abril, dos meses después del inicio del nuevo servicio por parte de Air Nostrum. Y ya hace unos días un ciudadano particular, José Piris, ha reunido casi 4.500 firmas para protestar. Resulta que este ciudadano Piris no vive en un despacho haciendo elucubraciones abstractas sino que sí viaja en la línea Menorca-Madrid con frecuencia y sí paga por volar en ese servicio y sí valora el servicio que tenía y el que tiene. El ciudadano Piris, pues, ha comprobado cómo, según explica, tras la intervención pública que los políticos alaban con profusión, de pronto su vuelo que costaba entre 20 y 30 euros con el anterior operador, una tal Ryanair, ahora cuesta entre 78 y 120 euros, o sea como media cinco veces más.

En el blog que esta persona ha abierto para recoger las firmas acepta la hipótesis tan cacareada de que Ryanair fuera insegura, pero dice que en los muchos meses que voló con esta empresa, se encontró únicamente con que un día su avión no pudo partir, les hicieron esperar dos horas y finalmente hizo el trayecto en una segunda aeronave. Pero, añade con cierta candidez, y sin poner en duda la seguridad de Air Nostrum, que a los siete días de iniciar su servicio la aerolínea valenciana, un aparato suyo tuvo que regresar a tierra tras haber despegado, por un problema técnico no especificado. O sea, para el ciudadano Piris, la única diferencia real, tangible, es que mientras su precio ha subido cinco veces (para el resto de los españoles supone una subvención adicional), el servicio es igual o, en todo caso, ligeramente peor.

El cándido y pragmático viajero, el que sí valora el servicio porque no cesa en volar, dice sorprendido que ha tenido que viajar desde Madrid a Tenerife y que con la misma compañía irlandesa que conocía de Menorca, el trayecto le costó 57 euros, sin descuento alguno, mientras que sus vuelos a Menorca, con subvenciones y el descuento de residente, 'gracias' a la intervención estatal, le cuesta ligeramente más.

Piris acudió al responsable político del Partido Popular en Menorca para trasmitirle su estupor: ¿cómo pueden decir que el ciudadano ha ganado, cuando los vuelos son más caros que antes? El político tenía armamento: sacó de su cajón una factura de un vuelo de Ryanair, comprado de hoy para mañana, que costaba 360 euros. Piris se quedó sin respuesta. Llegó a su casa, entró en Internet, hizo lo mismo con Air Nostrum y el vuelo costaba 304 euros, lo cual no parece un avance muy significativo sobre el precio de última hora de la irlandesa y menos si pensamos que hay un millón y medio de euros de subvención.

Así, pues, 4.500 ciudadanos de Menorca, que hoy pagan sus billetes mucho más caros que antes, piden que les traduzcan a datos visibles las incomparables mejoras que ofrece la intervención pública. Afortunadamente, los otros millones de contribuyentes que pagamos el millón y medio de euros para la familia propietaria de Air Nostrum no nos hacemos esas preguntas porque tenemos muchas otras cuestiones más urgentes a las que atender, como el dinero para las autopistas de peaje de Madrid, para un tren de alta velocidad sin viajeros o para unos bancos que los mismos políticos han llevado a la ruina. Pero esto no es tema de este digital.