La mejor 'no-noticia' jamás contada

Los periodistas solemos dedicar todos nuestros esfuerzos a informar de lo que va mal. Si eso, encima, es catastrófico, entonces nos volvemos locos. Sin embargo, cuando se logra evitar el desastre, cuando se llega al éxito, frecuentemente nos olvidamos. 

Ahora mismo, casi nadie está remarcando el hecho insólito, infrecuente, meritorio, increíble de que 2017 ha sido un año sin ningún accidente aéreo mortal que afecte a una compañía aérea de transporte de pasajeros. Ha habido algunos accidentes, pero en avionetas, en aviones de carga y, con todo, también cuantitativamente muy limitados. Pensemos que hace 12 años hubo mil muertos en todo tipo de accidentes de aviación mientras que este año acaba con poco más de setenta y, como digo, ninguno en compañías comerciales como las que conocemos.

Para que en el año de más tráfico aéreo de la historia se pueda presentar un balance de cero accidentes aéreos mortales con aviones de pasajeros ha tenido que haber un gran esfuerzo, un gran trabajo, un desarrollo espectacular. Cierto, como dicen algunos expertos, ha tenido también que haber suerte, pero esa suerte va siendo año a año menos necesaria, de forma que hemos llegado a una situación simplemente increíble.

Una 'no-noticia' no tiene importancia, pero que esa 'no-noticia' sea que hayamos llegado a tener un siniestro cada 7,5 millones de operaciones aéreas significa que hay que reconocer el buen hacer de los implicados en esta industria. Que esto se logre incluso con una caída de los precios tan brutal como la que hemos vivido en los últimos años, significa que la seguridad está básicamente garantizada, que las autoridades están controlando la gestión, que los fabricantes son rigurosos y, sobre todo, que las compañías aéreas y sus trabajadores siguen los procedimientos con rigor. Yo diría que, sobre todo, se ha desarrollado una cultura de respeto por la seguridad aérea que, más allá de todas las disputas propias de este sector, merece admiración.

Es, desde luego, para celebrarlo.