La solución comunista al cambio climático

Macià Blázquez, un profesor de medio ambiente de la Universidad de Baleares, habló este sábado en Mallorca de los impactos que tiene el turismo en el medio ambiente y en el calentamiento del planeta. Pero su visión de las cosas y del turismo es bastante diferente a lo habitual. Al menos a lo racional.

Blázquez hablaba del impacto del turismo en el clima, pero él enfatiza cosas diferentes. Dice que este verano pasado, Baleares excedió de los dos millones de visitantes y añadió lo que parece ser su clave: que es una industria elitista. Es decir que para Blázquez, el turismo que tenemos en Europa no es más o menos universal, sino que está destinado a los ricos. Para Blázquez, un viaje de 1200 euros es para la élite europea, lo que demuestra que conoce bien poco los niveles salariales de los países emisores. Incluso los de España.

“Es una industria elitista en manos de unos pocos”. De sus palabras podría inferirse que si los viajeros que llegan a Baleares fueran menos ricos y que si los propietarios de la industria turística fuera una cooperativa, entonces el impacto climático sería menor. Una visión, desde luego, con pocos precedentes.

Por si quedan dudas, enfatiza que los turistas que llegaron a Baleares en el último año pagaron un 28 por ciento más que la media. ¿Debe querer decir que el consumo de agua de un turista pobre, o las emisiones de CO2 de un taxi que transporta a un turista que paga un 28 por ciento menos son más tolerables?

Mezclar la ideología de la izquierda, cuyo historial ambiental en la antigua Unión Soviética es más que lamentable, con el cambio climático actual es una fórmula segura para hacer que la urgente necesidad de reducir las emisiones se convierta en un debate sobre el sistema político que, desde luego, está absolutamente superado.